Desde los créditos queda patente que la mas reciente película de Peter Strickland es una obra que nos remite al giallo italiano de los sesenta y setenta, y no se moverá de ahí, con una historia de esos años seremos testigos de como un hipnótico y hermoso vestido de seda rojo sangre cobra victimas, una premisa ridícula que el director hace funcionar y sin moverse a la parodia, la divorciada Sheila (Marianne Jean-Baptiste) busca pareja en los clasificados del periódico, mientras lidia con mitoteros en el trabajo, dos jefes gays (Julian Barratt y Steve Oram) que tienen desesperantes conversaciones con ella salidas del humor británico mas adsurdo, un hijo universitario depravado y una nuera insufrible (Gwendoline Christie), cuando acuda a una tienda que esta en plenas rebajas de invierno, con todo y comercial surrealista/psicodelico, comprara el mencionado vestido rojo que le queda perfectamente a pesar de no ser de su talla, y que supuestamente le dará mucha suerte en una cita pésima.
Cuando se lo quite nota unas extrañas marcas que ya no desaparecen, esta claro que el vestido a marcado a su nueva victima, de aquí en adelante lo veremos flotar por la casa, tratar de asfixiar a la nuera, aparecer en las pesadillas de Sheila, y descomponer una lavadora que literalmente se vuelve loca, es decir todo el terror exagerado que parece provenir de ese genero que homenajea, o que mas bien vuelve a rehacer, pero la cinta no es propiamente una cinta de terror, su trama es ecléctica, moviéndose y cambiando de ritmo y genero de forma tan fabulosa como desquiciante, con un vestido maldito que tiene inscrito "Tú que me Vistes me Conocerás" y que se mueve entre la comedia negra/absurda, el terror y el drama surrealista con una seguridad que deja anonadado al espectador, ademas por supuesto, se intuye una critica a la sociedad consumista y la moda absurda que se lleva al extremo en ese final con fuego.
Pasada la mitad de la cinta la primer historia termina y asistimos a la segunda historia, con un pobre diablo (Leo Bill) que termina con el vestido puesto en su horrible despedida de soltero, el tipo se dedica a reparar lavadoras y es la persona mas aburrida del mundo, algo que parece calzarle perfecto a su dominante prometida Babs (Hayley Squires), por supuesto la pedante mujer también terminara con el vestido puesto, que le queda perfectamente a pesar de no ser de su talla ¡sorpresa! y que al final todo el asunto se vuelve tan pasado de rosca que uno no sabe que demonios mira aunque tampoco puede quitar los ojos de la pantalla, gracias también a la impecable puesta en escena de su director y guionista, a un guión tan loco como pensado, a un uso de colores y fotografía esplendido, y un uso del sonido sobresaliente, y con un humor tan logrado que nos remite a la mejor comedia inglesa, ese episodio de la esposa del jefe que se queja al no saludarla adecuadamente es oro puro, y ademas ¡completamente real y factible!
Esta cinta es fascinante, tanto así que cuando termine de verla no sabia que demonios había visionado, al rumiarla me pareció mucho mas lograda y al escribir estas lineas me di cuenta que la disfrute mucho mas ¡ese gag erótico-verbal-mecánico es fabuloso! como apunta el siempre atinado Ernesto Diezmartinez y al final la cinta es tan retorcida y macabra que uno termina genuinamente conmocionado, agradeciendo y temiendo a esas brujiles vendedoras que hablan confusamente (Fatma Mohamed esta extraordinaria con ese acento indescifrable y el peinado estrafalario) y un dueño (Richard Bremmer) que parece salido de una película de terror de antaño, con todo y escena erótica surrealista pesadillesca, y emocionado con ese final tan demoníaco que parece salido del mejor giallo italiano de la epoca.
Calificación: Muy Bien
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