Escuchamos al artista Wixárika, es decir huichol, Santos de la Torre contar como fue que una de sus obras termino exhibida en la estación de metro Palais Royal del Musée du Louvre, le dijeron que lo iban a invitar y luego ya no supo nada de nadie, vio al presidente Zedillo inaugurando el mural de chaquira y supo que lo habían des-invitado, una herida que sigue doliendo, no por el crédito sino porque los cuadros no quedaron bien acomodados lo que destruye todo el significado de su obra, es decir para Santos es una ofensa que el arte, suyo y de su pueblo, sea vilipendiado de esa manera, como si solos e tratara de algo pintoresco, en esa epoca los rapiñescos "reporteros" de televisa habían aprovechado esta historia, y Nicolás Echevarría lo recuerda de nueva cuenta, o mejor dicho lo hace su articulado, carismático, humilde, respetuoso, y creyente protagonista, Santos de la Torre, la historia podría haber seguido esa linea de denuncia, despues de todo Santos es un artista reconocido internacionalmente al que el gobierno ningunea y pisotea cada que puede, pero Echevarría opta por otro angulo, mucho mas humano y respetuoso.
Quedando claro que Santos no es reconocido y que el gobierno prefirió hacerlo a un lado tenemos una visión clara de Santos, no es un hombre que busque fama y fortuna, solo es un artista que ve en su obra la forma en que Dios le transmite los conocimientos y la inspiración, una manera de heredar la cultura de su pueblo, y de contentar a Dios con su mural, Echevarría deja de lado casi de inmediato la denuncia y propone totalmente lo contrario, solicita a Santos que le permita estar durante el proceso de su próxima obra, una que mostrara la peregrinación de la ruta del peyote, una procesión de mas de 1000 kilómetros que realizan para visitar todos los lugares sagrados y dar gracias a Dios, a Santos esto también le servirá de inspiración, una que pasa al mismo director y a su fotógrafo colaborador Sebastian Hofmann con esas tomas al horizonte, desde las montañas por encima de las nubes, del mar, del sol y la luna.
Es decir que el documental evita denunciar y en lugar de eso propone una salida, una solución, tanto del arte como del futuro amenazado que tiene este pueblo, seguimos la peregrinación de los huicholes por todo el país siendo testigos de sus rituales sagrados, de los sacrificios, de su gran devoción, de un chaman muy activo y hasta del uso del peyote para convertirse en el tercer ojo de Dios, esto se alterna con la realización del mural de ochenta hojas de triplay que se dibujan y luego se le da termino con chaquira de colores, vemos cuando esta planeando los bocetos, cuando dibuja las maderas y finalmente cuando toda la familia apoya a finalizarlos, en una parte del filme Santos, que es muy respetuoso y admira todo el arte visita el museo de arte abstracto y acepta que no lo entiende bien, por ello se agradece que explique cabalmente su obra, el a modo de narrador/guía nos explica cada elemento de un cuadro mientras los vemos en pantalla y asimismo se intercala con alguna imagen natural del inspirado director que evoca lo que el artista retrata.
Como el tigre que representa al presidente Calderón queriendo vender tierras para ganar dinero con las minas, algo que termino haciendo, y ellos como el toro que las defiende, así el mural tiene representaciones de la antigüedad cuando eramos como serpientes marinas que vivían en la oscuridad, la actualidad, y hasta el futuro, así como conocemos de primera mano los anhelos, problemas, deseos, luchas, creencias, herencias, y vida de los indígenas, el mural es un trabajo hermoso y excelso que en los momentos finales de la cinta podemos disfrutar con esa cámara que nos regala la visión completa que ya entendemos por la cinta.
Calificación: Muy Bien
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