Una mujer les cuenta a los niños el comportamiento y características de las brujas, la predilección que tienen por los bebes y por elle mismo, el cuidado que deben tener por el recién nacido, como ese momento intimo y completamente natural esta repleto el documental de Tatiana Huezo, que como siempre presuma una sensibilidad desbordada y muchísima empatía con las personas que graba, con un respeto que uno no puede más que compartir, y por supuesto, ese estilo poético que cada vez es más depurado en la directora, que para estos momentos ha convertido las imágenes, el sonido del entorno, los elementos naturales y los etéreos en participes fundamentales de su narrativa, casi como si todo lo existente la acompañara ¿o como si fuera de las pocas personas que notan como todos los elementos existentes conviven y coexisten como un gran engranaje perfecto y poético?
Escenas más adelante los niños debaten sobre las brujas, unos creen en ellas, otros no, algunos tienen miedo, otros están impávidos y a unos cuantos no les podría interesar menos, este momento nos remonta al mencionado anteriormente, todo se da de forma natural, con los habitantes del pueblo serreño en Puebla viviendo comúnmente, cotidianamente, permitiendo que la directora salvadoreña los grabe sin que se note, sin cambiar su forma de vivir frente a la cámara, esto se logro por los más de cuatro años que Huezo duro viajando al pueblo "El Eco", por lo que ella junto a su equipo dejaron de ser extraños para convertirse en miembros del lugar, por ello todos se abren a la cámara y son completamente naturales, mostrando sus virtudes y defectos, sus usos y costumbres, sus peleas y anhelos, sus derrotas y victorias, logrando que nosotros desde la pantalla también nos sintamos parte de esa pequeña comunidad llena de necesidades y corazón.
En esto tiene mucha importancia la edición de la cinta, que como en las escenas antes mencionadas recopilas los momentos exactos en su narrativa y los acomoda de manera magistral, sin desesperarse, nos muestra información y retoma el tema de forma que se siente el paso del tiempo real, se respeta este, la directora confía en nuestra capacidad de entender y comprender los ciclos, de que recordaremos los momentos y los datos que ya nos ha enseñado, apoyada también por una fotografía preciosa de Ernesto Pardo que nos enseña las hermosas postales de ese lugar, que van desde atardeceres hermosos, vientos que parece han recogido almas, hasta tormentas siniestras que se ven a lo lejos con rayos al por mayor, con esas nubes tan hermosas como amenazantes, así en "El Eco" somos testigos de la vida de todos los pobladores, pero solo de algunos cuantos a plenitud, la directora se enfoca en unos cuantos, principalmente mujeres, tres chamacas, la reacia Monse que cuida devotamente a su abuela, le da de comer, la cambia, la baña, y escucha pacientemente sus historias - pudo ser cantante comenta -.
Su madre le encomendó cuidarla como si fuera un bebe y Monse toma eso literalmente con toda la responsabilidad posible, pero al mismo tiempo con todo el cariño y el amor que se le puede tener a una persona, también conocemos a Luz Ma, una trabajadora niña que no conoce el descanso, le ayuda en todo momento a su madre debido a que su padre trabaja en la ciudad y su hermano es demasiado pequeño, la niña ayuda con el ganado, la siembra y hasta rescata animales del ahogo, y finalmente la aplicada Sarahí que esta enfocada en estudiar, prepara las tutorías para los más pequeños con una devoción inesperada y es tan avispada que uno se pregunta como puede florecer académicamente tan bellamente algo en ese paramo de necesidades y miseria, a final de cuentas "El Eco" esta alejado de todo, esta inundado de ignorancia, de falta de tecnología, pero en su lugar es compensado con esfuerzo, astucia, viveza, dedicación, madurez, resiliencia y muchos sueños por cumplir.
Por ello mismo vemos a Monse platicar con su mejor amiga que quiere irse de ahí para enlistarse en el ejercito, donde aclara, "no todos pueden ser malos", al tiempo que da todo su esfuerzo para ganar una carrera con amado caballo, y detenido por una frase lapidaria "digo que no porque soy tu madre", Luz Ma que soportar el exceso de trabajo con todo y padre que evita que su hermano levante su plato, "para eso están las mujeres" le dice, mientras los ojos de Luz Ma se abren desmesuradamente, pero al mismo tiempo es testigo de la lucha de su madre porque su padre cumpla con su función de papa para sus hijos, y a Sarahí escuchar que no podrá seguir estudiando sin explicación alguna, mientras la niña se baña con sus muñecos, da clases a estos bajo la atónita mirada de un perro, y escucha el consejo de una chica mayor que le dice que más adelante tendrá que cuidarse, aunque no le contesta de que ni de quien, pero nosotros al ver a la niña lo tenemos claro.
Huezo no abandona a los niños, desde ese pequeñín que quiere ayudar a como de lugar, hasta los picaros gemelos que trabajan mucho, todos ellos deben aprender las responsabilidades, el trabajo, la muerte y el dolor desde muy pequeños, y esto les ayuda a madurar sin dejar de ser niños como se ve en algunas escenas, la directora muestra todo esto sin atisbo de miseralismo, sino por el contrario, desde la resiliencia, el amor, la fortaleza, la madurez y - cosa rara - mucha esperanza, una autentica rareza en el cine de la directora que es más que bienvenido después de tanta oscuridad, hay algo más en México que dolor, corrupción, violencia y miedo, hay esperanza, amor, amistad, familia, sueños, metas, talento acompañado por las dificultades que hacen que estos valgan, hay vida a final de cuentas.
Calificación: Notable