La directora Alberdi entrego antes nada menos y nada más que la entrañable "El Agente Topo" y ahora regresa con otra entrega donde de nueva cuenta se derrocha dulce cariño en una historia de amor que en estos tiempos parece impensable por la devoción que se ve en pantalla, el documental abre con una cámara fija a una cama donde esta acostado plácidamente el periodista retirado Augusto Góngora, quien es informado por la tranquila y pausada voz de Paulina "La Pauli" Urrutia de que viven juntos, que la casa es de ambos, que ella es su esposa de hace un par de años pero llevan dos décadas juntos, que tiene dos hijos, y quien es él, un afamado periodista que en su momento, se enfrento a la dictadura de Pinochet dentro de los margenes posibles, desde este momento, queda claro que Augusto tiene Alzheimer y que poco a poco va perdiendo su memoria, y con ello su identidad, porque ¿quienes somos sin el compendio de recuerdos y experiencias que nos forjan como personas?
Este tipo de momentos - naturales y sensibles - llenan la mayoría de este documental donde vemos casi en su totalidad la interacción de esta pareja, él un valiente periodista que después paso al sector cultural, ella, una actriz que sigue trabajando y en cierto momento formo parte del sector cultural gubernamental, esto lo vemos a través de imágenes de archivo bien montadas, por supuesto que existe un paralelismo entre esta perdida de memoria de un tipo que lucho toda su vida por conservar la memoria colectiva del país, que se hace claro mientras avanza, él pierde los recuerdos que lo hacen ser él mismo, el país también olvida su pasado, pero más allá de esto, en lo personal me parece que lo más valioso de la cinta es la hermosa historia de amor que atestiguamos, con imágenes de archivo de cuando se conocieron, lo que han vivido juntos, donde se hace notoria la diferencia de edad, momentos de alegría totales que contrastan con el doloroso presente que viven.
Pero que aun así es hermoso, con una esposa abnegada que es capaz de soportar todo con tal de cuidar al amor de su vida, incluso cuando este no se reconoce a su mismo, momento doloroso donde Pauli le explica que tiene que quitar el retrato de ambos para que no se asuste al despertar, o esos momentos donde habla con su reflejo, incapaz de saber que no es otra persona, son momentos igual de dolorosos que sus ataques infantiles reclamando cosas pasadas, llamando a sus amigos, y buscando a sus hijos, mostrado todo esto en modo cronológico, por lo que somos testigos de como la enfermedad lo va deteriorando, con esos momentos de lucidez donde sufre como nunca porque es consciente de su realidad, y lo que causa en su amada esposa, teniendo siempre a su leal esposa soportando con amor, paciencia y dolor algo que es inevitable, haciéndolo participe de su vida, y acompañándolo hasta el final de su vida, como juro en el altar cuando se hizo su esposa.
Calificación: Bien
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