"Este es un país de hombres, no de leyes" sentencia el inescrupuloso abogado Roy Cohn (Jeremy Strong, sensacional) al joven idealista pero ambicioso Donald Trump (Sebastian Stan, esplendido), con este dialogo es obvia la película que vamos a ver, pero más aun, cómo funciona el sistema en el que vivismo, que nada tiene que ver con leyes y justicia, mucho menos con ética y moral, y donde la meritocracia y el trabajo duro no tienen nada que ver con el éxito, uno que está determinado más por los medios con los que cuentas - fortuna, medios, contactos - y la disposición de ser capaz de lo que sea con tal de lograr tus metas, todo esto esta compactado en esa frase pero también en las tres reglas que Cohn le confiesa a Trump y que se convierten en su mantra a partir de ese momento, no sin que el rubio gordinflón tenga serias dudas iniciales donde no parece querer que se realicen actos ilegales, incapaz de entregarse a los excesos de las fiestas, las drogas, el alcohol y las mujeres en plenos años setenta, pero que a poco serán dejadas de lado a favor de un culto a sí mismo y la búsqueda de poder a toda costa.
La historia narra desde que Trump era el segundo e ignorado hijo de su ojete padre Fred (Martin Donovan) en los años setenta, donde en plena cena familiar su padre le decía que no prácticamente antes de dejarlo hablar para luego insultar a su hijo primogénito por traer vergüenza a la familia al ser un simple ¡piloto! con esto la presión sobre Donald se nota, más aún cuando pierde todo su tiempo cobrando rentas de puerta en puerta y tienen una investigación del gobierno encima por no rentar sus departamentos a personas negras, hasta que un dia en un prestigioso bar el reptilesco abogado Roy lo nota, le pide que se siente con él y entabla una conversación donde lo ridiculiza al tiempo que se suelta halagos por su presencia y aspecto, en la plática sale el tema de loa demanda y este le aconseja contrademandar, pero con él al frente, este será el inicio de una relación donde Donald se enterca con trabajar junto a Roy aun con la negación de su padre, y donde Roy tomara al joven Trump como hijo adoptivo, cuidándole, enseñándole, apoyándolo y salvándole el cuello siendo su mentor definitivo.
Esta primera mitad de la cinta es soberbia, no solo porque es donde salen las mejores frases, diálogos y momentos sino porque vemos el contraste entre aprendiz y mentor, con un Trump que todavía conserva atisbos de humanidad, debatiéndose entre lo que desea y lo que tiene que hacer, con un desarrollo paulatino hacia el abrazo de la ambición desmedida, y porque es donde Cohn, brilla como ese extorsionador, inmoral, astuto y maquiavélico que es capaz de todo incluyendo aplastar a quien sea, con tal de lograr sus metas, algo que Trump le aprende bastante bien con esas reglas que sintetizan el capitalismo en su máxima expresión - "ataca, ataca, ataca", "niega todo, admite nada" y "nunca aceptes que perdiste, aunque sepas que así fue" - un mantra que no solo parece aplicar para el actual presidente de los Estados Unidos sino para todos los políticos y empresarios existentes, al parecer las reglas de Cohn no son tan personales ni tan secretas como el pensaba.
Pero lo que no se puede negar, es que nadie como él para hacer uso de las mismas, con esa lengua de serpiente en los juicios, con esa capacidad para rehuir de la información en las entrevistas, con ese bunker digno de alguna agencia de inteligencia para después en una simple charla o una comida en un restaurante tirar el golpe, con esa mirada siempre analizando y ese cuello siempre en movimiento como él mismo, esto sumando al cambio de Trump que es mostrado de forma impecable por Stan que nunca cae en la caricatura sino que nos muestra una persona de carne y hueso devorado por el sistema debido a que él mismo lo quiso (deseaba) así, a la fotografía granulada en formato más cuadrado que junto a las tomas, cortes y close ups nos remontan a esa época como si estuviéramos viendo un documental de las andanzas del joven aprendiz, con todo y problemas familiares e historia de amor extravagante que nos presentan a una versión dulce de Trump al cortejar a Ivana (Maria Bakalova).
Cuando llegamos a la segunda parte del filme en los ochenta, ya con un Trump poderoso y enamorado de sí mismo la cinta pierde fuelle, porque ahora si cae en algunas caricaturización y exceso que chocan con la parte anterior, pero no niego que sigue manteniendo gran parte del magnetismo del inicio, con un Trump perdido en su propio ego, hiperactivo a base de pastillas, con problemas de peso y calvicie, despreciando a Ivana y encamándose con quien fuera, esto al parecer porque le molestaba el protagonismo de su esposa, y ya completamente capaz de enfrentarse al mismo alcalde la ciudad, aprovecharse de su padre, y hasta renegar de su mentor, quien no puede evitar las lágrimas ante la hipócrita celebración de su cumpleaños con pastel en forma de bandera estadounidense, ¿serán lágrimas de tristeza o felicidad? después de todo las palabras a su aprendiz parecen francas, quizá el monstruo capitalista Roy ahora condenado por sus excesos sigue viendo a ese chamaco bobalicón que conoció en el bar aquella noche, y piensa lo mismo, "eres lo que América necesita" y espera que recuerde su otro consejo "haz lo que sea por salvar a América", quizá por ello es presidente, porque muchísimos norteamericanos ven esto mismo, salvar al país a como dé lugar aun a pesar de detractores y hasta de sus propios fanáticos, que peculiar idea soltada en una cinta que se ha acusado de antiTrump.
Calificación: Muy Bien
No hay comentarios:
Publicar un comentario