"Las películas son sueños, mi cielo, que nunca se te olvidan" le dice su encantadora pero voluble madre Mitzi (Michelle Williams, fascinante) a un pequeño Steven Spielberg, o como se hace llamar aquí Sammy Fabelman (Mateo Zoryan), que no quiere ver su primera película porque va a estar oscuro y las personas en ellas son gigantes, pero cuando vea la impresionante escena del choque de trenes de "El Espectáculo Más Grande del Mundo" de Cecil B. DeMille no habrá vuelta atrás para el pequeño, sus padres piensan que esta asustado y choqueado, pero no es nada de eso, sino que la semillita ya había sido plantada en el interior del maestro, en un cine en New Jersey en el ya lejano 1952 cuando este contaba con apenas unos seis años de edad, quejándose de que su casa es la única que no celebra navidad - la de nosotros es la casa triste y oscura -, no desaprovecha la oportunidad de pedir un regalo por Hanukkah, nada menos que un tren a escala para él mismo realizar la escena vista.
Esto emociona a su sereno, paciente y pragmático padre Burt (un contenido Paul Dano, bien) que luego ve con horror como el niño solo quería este para chocarlo, pero su intuitiva madre ve algo más, quizá quiere superar su miedo o... tener el control. En efecto, Sammy/Steven ya estaba destinado a ser director de cine, aunque este no lo sabía, y cuando graba y edita la escena del choque de trenes versión miniatura de forma exacta, su madre ve que el talento del chico es impresionante, y nunca dejara de animarlo, a partir de este momento veremos las viñetas de la vida de Sammy, sus películas caseras, su búsqueda de fondos para seguir filmando, sus fascinación con los chunches analógicos, con el cine que ve (nada menos que "Un Tiro en la Noche" del maestro Ford), y con sus constantes mudanzas, pero en especial con las vivencias con su familia, que le dan los momentos más felices y al mismo tiempo más dolorosos de su vida.
Con tiempo Sammy crece, siempre con el apoyo de su familia para su "hobbie", sus hermanas son sus actrices, su madre lo empuja y su padre lo apoya, por lo menos hasta cierta edad, donde el cerrado señor no entiende que gaste tiempo en algo que no le puede dar un futuro - ¡si supiera! -, así que junto a sus amigos Boys scouts hace películas de vaqueros y guerra donde el ingenio y liderazgo del ahora joven Sammy (Gabriel Labelle, bien) salen a relucir, pero no todo es felicidad, uno desde el inicio nota algo raro en la relación de Mitzi y el mejor amigo y empleado de Burt, Bennie (Seth Rogen), y lo descubrirá de la peor forma posible, por medio de lo que ama, en la edición de una añorada película familiar, es aquí cuando la cinta toca temas más densos; la desintegración familiar, los secretos de pareja, el antisemitismo, el bullying, la soledad, el fracaso y la necesidad de ser aceptado, una que Spielberg necesito como hijo de familia rota y como director de cine en potencia, siempre necesitado de halagos ajenos.
Por ello, aun a pesar de todo lo sucedido, no puede dejar lo que ama, como ya se lo vaticino su cirquero tío Boris (Judd Hirsch), retomará lo único que lo hace feliz, que le da oportunidad de controlar todo, de escapar de la realidad como se ve en la más dolorosa escena familiar donde se imagina filmando, y de manipular(nos) mostrándonos una realidad que no es verdad, pero que para los que miren las imágenes si lo será, como en ese divertidísimo video escolar donde el abusador mayor se quiebra porque Spielberg lo retrato como un héroe, y jamás estará a esa altura de lo mostrado enpantalla, cuando la razón para ello es terriblemente simple, "quería que mi película se viera mejor", al final es una autobiografía en la que Spielberg desnuda su alma, a su familia, sin recriminar ni endulzar nada, sin darse golpes de pechos, sin victimizarse, sin falta humildad, si, su familia tuvo problemas como todas, pero lo apoyaron siempre, sus amigos lo empujaron, y el nació con un talento formidable para el oficio, que además descubrió muy temprano, siendo pésimo alumno, sin carrera, y aún así logrando ser uno de los mejores directores de la historia del cine.
Y además lo hace con su usual maestría, cada encuadre, cada fotograma, cada momento, cada puesta en escena, junto a una hermosa fotografía y delicada música hacen que sea un deleite de ver, además de que nos regala momentos maravillosos, el choque de trenes, la astuta forma de flashear la película, la filmación del filme de guerra, el baile en camisón, el descubrimiento de una infidelidad, la bofetada con guante blanco y demostración del poder del cine, donde Spielberg acepta con orgullo que su cine es sentimental yespectacular, y por supuesto ese cierre donde tenemos al también maestro, recién fallecido, David Lynch interpretando al incomparable John Ford qué le da una clase/consejo magistral a un joven Spielberg, el horizonte va arriba o abajo, nunca en el centro porque es aburrido y mierda, claro que esto significa muchísimas cosas más que la frase literal que amarán los cinéfilos, pero también sirve para un hilarante remate final digno de un genio, qué hace que uno salte de la butaca riendo y vitoreando, claro que Spielberg aprendió muy bien a hacer cine, y además le dio su propio sello ya completamente reconocible y por siempre recordado.
Calificación: Excelente







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