Critica: Vermiglio: La Novia de la Montaña

"VERMIGLIO: LA NOVIA DE LA MONTAÑA" ("VERMIGLIO", ITALIA, 2024) DE MAURA DELPERO

Al terminar la cinta no podía creerlo, las lágrimas seguían corriendo por las mejillas, no podía hablar por la voz quebrada, y este llanto era de tristeza, felicidad y empatía, de hecho en un momento de la película el estoico maestro y estricto padre de familia Cesare Graziadei (Tommaso Ragno, excelente) especifica a un alumno que las lágrimas pueden ser de felicidad, pueden correr por estar contento, como explicándole la complejidad de la vida, y aún

en estos momentos, después de un par de días de rumiar la cinta, sigo recordándola con muchísimo cariño y admiración, porque esas lágrimas no venían de un chantaje cinematográfico, como una tragedia inesperada, o música estruendosa qué lo invite a uno a soltar las de cocodrilo, o exageraciones vacuas, y mucho menos recalcados insistentes que subrayan lo que muestran, "Vermiglio" se aleja de todos estos elementos hollywoodenses y abraza con vehemencia el más puro cine italiano clásico, justo por ello la cinta se queda en el alma, porque contiene una historia con la que podemos empatizar.

Habiendo escrito todo esto, queda claro que la cinta me gano por completo, no podía ser de otra manera, un relato rural que apuesta por el realismo, y que se basa las memorias de la directora sobre lo que le contaba su familia, ya que sus antepasados vivieron ahí, en ese pintoresco pueblo nevado en los Alpes italianos al norte del país, a partir de eso escribió una crónica de una familia - ¿la propia? - y sus vivencias, en el tiempo donde la segunda guerra mundial estaba a punto de terminar. Cesare es el patriarca de una familia muy numerosa - 4 varones y 3 mujeres, mas uno más en camino - que además es muy respetado en el pueblo por ser el dedicado maestro de todo el que desee estudiar, así presenciamos el duro día a día de la población, que debe lavar en medio de un frío salvaje, sobreviven trabajando muy duro, rezando en todo momento, juntándose solo en el templo y el bar, y descubriendo sus sueños y metas sin tener muchas oportunidades de lograrlos.

En la aparente calma del lugar aparecen dos soldados desertores que no son bien recibidos en el pueblo, uno es sobrino de Cesare, qué hace lo que puede para que otro, el siciliano Pietro (Giuseppe de Domenico) se sienta aceptado, esto causa que este conozca a su hija mayor Lucía (impresionante Martina Scrinzi) gustándose de inmediato, un romance muy dulce que uno ve embobado, un papelito con un corazón por aquí, un besito de piquito inesperado por allá, tocarse las manos con la excusa de separar bayas por acá... Un romance que uno siente real, y

que se mueve con mucho respeto, algo normal en una comunidad tan creyente que celebra el día de Santa Lucía con regalos para los pequeños, y donde el honor es muy importante, pero es un reparto coral donde todas las historias son importantes, también está la hija del medio Ada (Rachele Potrich, muy bien), una devota católica con sentimientos de culpa por pecar, con penitencias cada vez más grandes e imaginativas que resultan tan cómicas como dolorosas, la pequeña Flavia (Anna Thaler, bastante bien) que es tan curiosa como brillante y esta pendiente de todo y de todos con algo de graciosa imprudencia.

El rudo Dino (Patrick Gardner) qué es avergonzado por su padre a pesar de su amor por la familia, o el más pequeño que no puede cerrar la boca un segundo y nos endulza el corazón cada que aparece. Todo esto con una fotografía fantástica que nos hace sentir el frío y regala postales memorables - cada fotograma podría ser un cuadro -. y música clásica de Vivaldi y Chopin usada de manera perfecta, no se puede revelar más de la tramas in estropear la experiencia, pero la trama siempre se mantiene interesante, mostrando como era esa sociedad en ese momento, y con un mensaje feminista que nada tiene que ver con la tercer ola, aquí el machismo está en los detalles - el que inclusive la novia deba ponerse a limpiar con los hombres siguiendo el festejo -, y ellas solo piden ser igual de valiosas y respetadas, una "mujercitas" italiana y católica mejor realizada.

Y con gran inteligencia por parte de la directora qué usa el fuera de campo, el encuadre, los detalles, el plano fijo, y las tomas abiertas de manera perfecta, y dota de mucha emoción los momentos sin recalcarlos (como sufre uno al ver a un personaje arriba de una cascada), un alegato italiano, familiar, femenino y hasta materno donde Delpero apuesta por el amor sobre todas las cosas, ella solo mira y ama a sus personajes sin juzgarlos, estos hacen lo mismo con sus seres amados y conocidos, y uno también los ama a todos ellos, no podría ser de otra manera ante lo visto y enseñado.

Calificación: Excelente