El experto en documentales Alex Parkinson, entrega este thriller de supervivencia, basado en su propio documental del 2019, desgraciadamente aún no visto por mí, y le da la suficiente fuerza para lograr, que incluso conociendo la historia, uno se interese realmente, esto debido a un respeto enfermizo por todos los aspectos técnicos de la cinta, se nota que el tipo conoce el teje y maneje de este trabajo, y nos retrata la vida de estos trabajadores de forma realista, tomándose su tiempo, y nunca exagerando nada, le ayuda bastante el diseño de producción, qué apuesta por un realismo académico quisquilloso qué vuelve todo muy verosímil, con toda la maquinaria y los tecnicismos necesarios en este difícil trabajo, algo indispensable para una cinta que presenta una historia real.
Chris Lemons (Finn Cole, bien) es un joven escoses, que trabaja como buzo de tuberías submarinas, que transportan gas incluso a cientos de metros bajo el mar, donde la presión es excesiva, y la luz inexistente, por ello su esposa Morag (Bobby Rainsbury) siempre teme por su seguridad, ya en el trabajo hace equipo con el simpático veterano Duncan (Woody Harrelson dando el tono cómico) y el excesivamente serio Dave (esforzado Simu Liu), el primero intenta siempre dar su mejor cara liberando la tensión del ambiente, el segundo es casi un robot ya que piensa que cualquier distracción es un suicidio, y solo espera sobrevivir para volver a ver sus dos hijas. Somos testigos desde su llegada cuando hacen los equipos, su entrada en la cámara de compresión y el inicio del trabajo con la inmersión en la campara y luego en solitario.
Pero lo que debía ser un trabajo de rutina - desde el punto de vista de estos suicidas - se complica por una tormenta que causa olas qué embisten violentamente el barco, por lo que en cierto momento, la tragedia se hace presente, con el peligro de muerte inminente y un contador de tiempo que da poquísimo oxígeno mientras todos hacen lo posible e imposible para salvar una valiosa vida humana, desde los buzos en la campana hasta los integrantes del barco, sea el capitán jugándose la chamba en un momento de lucidez donde le da la espalda al capitalismo empresarial, el técnico destrozándose los dedos para poner el sistema operativo en forma manual, o el jefe (Mark Bonnar, bien) que intenta todas las opciones posibles aunque parezca que ya no hay esperanza.
Se logra el sentimiento de asfixia, de tensión, de premura, la desesperación de estar en completa oscuridad, del avance del tiempo y hasta un poco de terror, es cierto que no hay aspavientos, ni dramatismo exagerado, pero esto es algo a favor, en conclusión, el director y su equipo han logrado entregar una cinta realizada de forma profesional, justo lo que va de acuerdo con este tipo de hombres, y de esta manera homenajeándolos de la mejor manera, una donde prefieren volver al trabajo sin levantar polvo, y disfrutar una fiesta con sus amigos al tiempo que aman a su mujer, y si suena "Go Be Free" de Gabrielle Aplin mientras los vemos cerrar la cinta, uno no puede pedir mucho más, solo dar las gracias por un evento que no puede ser explicado, pero podría ser considerado un milagro, el vivido por un hombre con la tenacidad necesaria para volver a casa con su mujer.
Calificación: Bien




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