Hutch Mansell (Bob Odenkirk, muy bien) trabaja para el gobierno de los Estados Unidos haciendo trabajos sucios, esto debido a que ellos saldaron la deuda que contrajo con los rusos al quemar su dinero en la primera parte, pero esto causa que su mujer Becca (Connie Nielsen) lo sienta lejano y distante causando problemas en el matrimonio, además de que no sabe nada de sus hijos, con los que convive menos que nunca, esto lo vemos ejemplificado en la escena semanal que copia de la primer "Nobody", y aunque queda muy lejos del nivel de sarcasmo y metáfora de aquella, por lo menos nos pone rápidamente en contexto, por ello Hutch le avisa a su jefe (Colin Salmon) que va a tomar vacaciones, para irse con la familia, olvidar el trabajo, y dejar tanta violencia y muerte detrás, a lo que recibe una respuesta certera, que se vaya, pero que aun así la violencia lo seguirá a él, esta en su naturaleza, y nadie escapa a su propia naturaleza.
Esa línea resume la historia de la película, ya que aunque Hutch se vaya de vacaciones junto a su familia, queriendo pasarla bien en un parque de diversiones que fusiona lo normal con lo acuático, vista camisas hawaianas, y sandalias con calcetines, sigue siendo el mismo tipo explosivo que ama la violencia, tanto dar como recibir chingazos, así que en menos de lo que canta un gallo ya esta metido en problemas en el lugar debido a un joven mimado y pedante que busca problemas con su hijo, y aunque el intenta detener todo, el zape que le ponen a su hija lo hace explotar dándole una paliza a los tipos del lugar, y encendiendo una mecha que ya no se va a apagar, por lo que inevitablemente la bomba explotara causando el desmadre que su jefe supuso pasaría, y es justo aquí donde la cinta pone quinta y ya no se detiene, para disfrute del respetable.
Pero siendo honesto, ¿Quién no perdería los estribos ante una situación así? donde somos maltratados, abusados, humillados y luego atacan a un ser querido que es pura luz, por ello mismo uno entiende al Hutch de Odenkirk, y aplaude y celebra que el tipo les de su merecido, y aunque intenta ser conciliador y pacifico, después de todo se lo prometió a su mujer, los tipos lo siguen acosando, y para entonces ya sabemos que el lugar, y el pueblo entero, solo son una fachada para que una mafiosa (Sharon Stone, tan sobreactuada que da cringe) pase todo tipo de cosas ilegales por ahí, con ayuda del abusivo sheriff (Colin Hanks), y el empresario corrupto (John Ortiz), por lo que solo esperamos que todo reviente, y no tarda mucho en hacerlo, regalándonos escenas como la satisfactoria pelea del arcade, el desternillante enfrentamiento en el bote que nos recuerda a la inalcanzable del autobús de la primera parte, y esa larguísima batalla final que se disfruta bastante.
Además con toda la familia al abordaje, sea el hermano que llega de apoyo (el rapero RZA), el hijo entrón (Gage Munroe), el empresario que se revela, y el abuelo David (Christopher Lloyd con ochenta y seis años, pero con una energía contagiosa que traspasa la pantalla) que como la vez anterior goza con el despapaye, en cuanto a los conflictos morales, la historia los pone sobre la mesa pero no los desarrolla, y todo se queda en esa pequeña moraleja de que el padre de familia es como ese perro salvaje, pero poco más, pero siendo sincero ¿Quién viene a ver desarrollo y mensajes? los que vemos esta cinta es porque queremos ver guamazos coreografiados, bien editados y dirigidos, y con un actor entregado, y eso es justo lo que da este autoconsciente filme de humor acido, que no se toma en serio y nos pide lo mismo a nosotros, y sabe exactamente lo que es, y por ello no dura ni hora y media, así que al final uno sabe que esta lejos de la anterior, pero con gusto acompañaría a los Mansell en otras vacaciones.
Calificación: Recomendable




No hay comentarios:
Publicar un comentario