En el momento más memorable de la cinta de Flanagan, el profesional contador Charles "Chuck" Krantz (Tom Hiddleston, bastante bien) se encuentra caminando por la calle, esta de visita en ese lugar por trabajo, una convención de contadores, así que el serio contador de traje gris, camisa azul, corbata azul y zapatos confiables deambula por el centro, tratando de no perder relación con las personas no contables, cuando de pronto se topa con una baterista (la baterista Taylor Gordon conocida como Pocket Queen) convencida de que el ritmo aparece de la nada y debe dejarse llevar, en ese momento algo le dice a la percusionista que presente al tipo con un cambio de ritmo, y esté le devuelve el gesto con un baile súbito que deja a todo mundo perplejo al grado de que se meten en la fiesta, en tanto Chuck invita a una joven contagiada del ritmo a la que acaban de cortar por whatsapp (una hilarante Annalise Basso).
Este momento mágico, que parece sacado de un musical, es una celebración de la vida y por lo tanto es el simbolismo perfecto del mensaje que intenta dar la cinta, porque justamente en esos momentos, en esos instantes azarosos, enigmáticos, sencillos, es donde uno nota lo valioso que es la vida, cuando la disfruta, como el personaje principal que se convence de que Dios hizo al universo y lo puso aquí solamente para que bailara en ese instante exacto, que disfrutara ese momento, que lo celebraran las personas a su alrededor, pero como entendemos al finalizar la cinta, no solamente fue para ese momento, sino para toda la suma de instantes mágicos, memorables, entrañables, felices, sentimentales, tristes y encantadores que vivió durante toda su vida, es decir, llego aquí como todos para ser felices, solo que Chuck lo comprendió perfectamente y disfruto al máximo su vida sin arrepentimientos.
Y por supuesto, ese otro mensaje, o mejor dicho divagación filosófica que emana del poema "Canto a Mí Mismo" de Walt Whitman, no tanto las cuestiones y preguntas que plantea el mismo, sino la línea "Yo soy Inmenso, y contengo multitudes", que aquí esta perfectamente explicada por la buenaza maestra (Kate Siegel) a un puberto Chuck (Benjamin Pajak, muy bien), dándole sentido además al tercer acto que fue el primero que vimos, y es que aunque en cuanto termina este acto queda claro lo que acabamos de ver, hasta que lo vinculamos con este pensamiento es cuando explota la importancia del mismo, y quizá esta es el pensamiento más interesante para el autor original el relato, el maestro del terror Stephen King, que demuestra de nueva cuenta que no esta cerrado a ese genero, sino que por el contrario puede navegar por variopintos géneros, y que el encierra uno de los universos mentales más bastos que uno pueda imaginar.
Del relato del mismo nombre en el compilado "La Sangre Manda" tenemos la historia de Charlie Krantz contada a través de tres relatos que al inicio no parecen tener relación, pero que terminan siendo una amalgama perfecta para entender justamente la vida de Chuck, en el primero vemos como el mundo se esta yendo al carajo, con California separándose del continente, hambruna global, volcanes destruyendo países, abejas desapareciendo, y ¡peor aun! sin internet, por lo que todos deambulan por el mundo sin entenderse muy bien porque, aceptando que están condenados a la destrucción del mundo, o del universo mismo, con todo y filosóficas charlas sobre el tiempo del universo y como somos insignificantes en el flujo total del todo, o argumentos sobre la física del planeta, todo esto muy de ciencia ficción matemática con Carl Sagan de estandarte.
Pero en todo momento aparecen carteles, anuncios radiofónicos y televisivos, y hasta una avioneta agradeciendo a Chuck Krantz, sin que nadie sepa quien es o que hizo, y mucho menos a que re refieren con los 39 años que le celebran, el segundo segmento es ese bailable con celebración a la vida donde además nos enteramos de la enfermedad y el tiempo de vida de Chuck, uno lleno de luz y resplandeciente donde uno quiere levantarse a bailar, a celebrar con el protagonista, aunque no sabe que se celebra, y el tercero, que viene siendo el primero ya que están en orden inverso, es donde vemos a un pequeñísimo Chuck (Cody Flanagan) perder sus padres, vivir con sus abuelos en una casa que supuestamente esta embrujada, y aprender a bailar y enamorarse de los musicales por su abuela (Mia Sara), algo que amaría hasta el final de su vida, así como apreciar las matemáticas por su abuelo (Mark Hamill) quien le dio una manera de vivir, y bases financieras para disfrutar la vida.
Todo esto con un reparto sobresaliente lleno de actores que han trabajado con Flanagan, muchos cameos, y una edición exquisita del mismo Flanagan que ensambla de manera perfecta este rompecabezas, eso si, el guion también del director, parece casi un audiolibro por momentos, y aunque no afecta el resultado final si parece algo innecesario ya que esta vez uso las imágenes de la mejor manera posible, y aunque el relato es edulcorado, no queda más que admitir que es encantador, tanto que nos arroja a pensar ya no en la vida de Chuck, sino en la de nosotros mismo, en las multitudes que contenemos, y en la manera en que debemos disfrutar la vida, tanto como Chuck cuando ve ese "fantasma", porque como en toda su vida, en lugar de derrumbarse, decidió ver el lado más luminoso y embriagarse en él, viviéndola al máximo, y eso, eso es lo que celebramos al querer bailar junto a Chuck.
Calificación: Muy Bien






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