31/12/24

Cinecritica: Zona de Interés

"ZONA DE INTERES" ("THE ZONE OF INTEREST", REINO UNIDO - POLONIA - ESTADOS UNIDOS, 2023) DE JONATHAN GLAZER
La cinta de Glazer no engaña a nadie, comienza con un negro total después del título donde solo escuchamos música experimental de Mica Levi que nos pone en alerta pero que ya desde ese momento puede echar para atrás a algunos, incluso la persona con quien la vi me pregunto que si se había detenido, con lo que queda claro que tienes que estas conectado y abierto a la experimentación de la cinta, ya que para muchos parecerá que en la cinta no sucede nada y para otros - entre los que me cuento - cada fotograma estará cargado de información valiosa, después de más de cuatro minutos en pantalla negra con la banda sonora que va cambiando por sonidos ambientales de naturaleza y pájaros vemos a una familia a la orilla de un arroyo, una familia alemana de mediados del siglo pasado que se la están pasando muy bien, niños rubios y un orgullo que los alemanes trasmiten tan potentemente desde siempre, cuando se dirigen a su casa empezamos a escuchar algo más aparte de los pájaros, insectos y las pláticas entre ellos, se escuchan balazos, gritos, sonidos industriales, pero a lo lejos, en segundo plano, como escondidos detrás del foco principal, en esa maravillosa cámara de Lukasz Zal y el quisquilloso diseño de producción.

Esta será la temática de la cinta, ver el día a día del encargado del campo de exterminio en Auschwitz y su familia, mientras que en el fondo vemos donde ocurren los horribles crímenes, nunca mostrados, pero siempre sugeridos, y por ello mismo con más fuerza que si los enseñaran en un primer plano, durante toda la cinta seguimos la vida diaria de la familia Höss, que no pareciera diferente a la de cualquier familia, Rudolf Höss (Christian Friedel, muy bien) tiene un empleo donde es exitoso y respetado, tanto así que sus subordinados llegan a celebrar su cumpleaños y lo felicitan efusivamente buscando abrazarlo antes que los demás, que tiene el empleo a la vuelta de la esquina por decirlo de alguna manera, y por ello mismo es un esposo consciente y amoroso que no duda en prometer a su mujer repetir unas vacaciones esplendorosas y cumplir sus caprichos, así como es un padre amoroso que pasa tiempo con su hijo mayor en cabalgatas admirando la naturaleza y leyendo a los más pequeños hasta que se duermen.

Es decir, Rudolf es el padre ideal para una familia idílica, además de que es un profesional serio y dedicado como vemos en algunas escenas, siempre pensando como eficientar su sistema, dictar elaborados discursos y atender las ordenes de manera literal, el detalle está en que su trabajo es designar, escoger y exterminar a los prisioneros de guerra, uno nada menor por supuesto, lo mismo aplica para su mujer Hedwig (Sandra Hüller, espléndidamente monstruosa) que se preocupa por el cuidado de su hijos, su educación, por tener una casa hermosa y cuidada, siempre buscando mejorarla, con un patio donde incluso ya siembra y que le dará un bello panorama al muro que tienen enfrente, quisquillosa con las empleadas y que se ríe a carcajada tendida porque la llaman "la reina de Auschwitz", pero de igual forma no tiene remordimiento alguno, escoge las mejores prendas de las prisioneras, se queda con los labiales, y hasta pide pasta de dientes porque un día encontró ahí un diamante.

Todo esto mientras hace cosas que haría una señora ricachona sin nada que hacer, le regala prendas a sus criadas y hasta las amenaza a la menor provocación con acusarla con su marido, en tanto los pequeños escuchan pero deciden seguir jugando, se acostumbran al honor del humo que llena el cielo y una hasta es sonámbula quizá a causa psicosomática - como en ese final le pasa al mismo Rudolf -, es decir, esta idílica familia acomodada se ha acostumbrado a su estilo de vida, a esos gritos, esos balazos, esos pedidos de auxilio, esos olores, ese panorama frente a su casa, como si fuera un mundo aparte que no les concierne ni les importa, al grado de que cuando Rudolf tiene que mudarse debido a un ascenso la imponente Hedwig le dice que ella no se ira de ahí, donde han construido su mundo ideal, donde tienen lo que siempre han soñado, que ni modo, que aunque no lo vea lo seguirá amando y que cuando puede los visite para que los niños lo sigan viendo.

Este momento ilustra perfectamente lo que la cinta quiere decir, la banalidad de la maldad, como la maldad no es como nos la han pintado, no es el psicópata que destruye todo y odia todo, sino que está en el amoroso padre de familia y esposo, trabajador profesional, que hace todo bien para los suyos y que solo hace lo que le mandan, cual ambicioso profesionista de cualquier lugar, después de todo, ¿no es parecido lo que hacen los gerentes que se aprovechan de esos países donde los trabajadores son esclavos? ¿no somos nosotros mismo así cuando los narcotraficantes secuestran, violan y asesinan, mientras que pensamos que no nos incumbe? ¿no somos todos así ante cualquier hecho que afecte o violente a otro ser humano? la muestra perfecta está en el valiente discurso que hizo el mismo Glazer al ganar el Oscar, que el holocausto no sirva de excusa para los crímenes de guerra contra los palestinos, un genocidio ante el que todos estamos tranquilos y ausentes, porque no somos nosotros, porque seguimos viviendo nuestra vida como los Höss, pensando en como mejorar la casa, y en las próximas vacaciones idílicas mientras del otro lado del muro se cometen las peores atrocidades, las escuchamos... pero no queremos verlas...

Calificación: Notable

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