Joel (Kyle Gallner), el abnegado policía que tanto apoyo y ayudo a la finada Rose, la protagonista de la primera cinta, termino en aquella cinta siendo el siguiente recipiente de ese ente larguirucho con sonrisa superpuesta infinita que es en realidad el protagonista de esta saga ha pasado seis días con la maldición, y como bien recordamos, nadie sobrevive más de una semana, Joel ataca a unos maleantes, esperando pasarles o terminar la maldición pero sin éxito hasta terminar en el suicidio consabido pero perpetuado de manera aleatoria ¿será que el ente tiene poderes cósmicos? pero en ese impresionante plano secuencia Joel no parece tan afectado por el monstruo de la sonrisa, por lo menos se ve consciente y centrado en la realidad, dentro de lo que cabe, quizá debido a la fortaleza mental de una persona que a pesar de sus defectos era segura y con una moral alta, pero lo que vemos después es justamente lo contrario, la insegura, presionada, estresada, traumada y solitaria superestrella pop Skye Riley (Naomi Scott dando todo, bailando y cantando en realidad) es la victima ideal del ente/demonio/monstruo de la sonrisa.
De hecho en cierto momento clave le suelta que su cerebro es muy apetecible, que es justo lo que busca, conforme a lo que hemos visto en la película el comentario no puede ser más acertado, la traumada Skye que acaba de retomar su carrera casi un año después de un accidente que casi le quita la vida, pero que si acabo con su novio actor (Ray Nicholson emulando a papá) y de paso le dejo una herida que no deja de dolerle junto a una cicatriz de la que se avergüenza, estas dos cosas en más de un sentido, le problema es que la verdad Riley no está preparada para afrontar una gira de esta magnitud, incluso pareciera que no está preparada para ser una estrella, ya que en todo momento se siente incomoda ante el acoso de los medios, presionada por todos los que dependen de ella y no paran de repetírselo, acosada por sus fanáticos que incluso pueden desencadenar pesadillas con todo y calzones manchados, atacada por sus detractores que no paran de recordarle su pasado de drogas y adicciones, su implacable soledad que resulta extraña cuando siempre está rodeada de personas y ese sentimiento de culpa que parece ser el motor del ente al mismo tiempo que es la cruz en sus víctimas.
Así que cuando Skye visita a su proveedor ya que nadie le receta algo fuerte para los dolores de espalda se topa con que el susodicho Lewis (Lukas Cage) actúa de forma extraña, habla de cosas paranormales, esta paranoico y termina gritando como loco para después sonreír y estragarse la cara con una pesa, por lo que sabemos que la maldición ya está con Skye, que a diferencia de Rose no tiene tiempo para investigar que le sucede, y mucho menos tratar de salvarse, la chica está condenada de antemano y casi de inmediato empieza a ver alucinaciones a tal grado que ni nosotros sabemos que es real o falso, quizá pensando que es parte de la misma presión, por lo que cuando acepta que algo le sucede es demasiado tarde siquiera para pelear, porque todos sabemos que Skye tendría un final así, por la culpa que la embarga, por la presión de su madre, por su infelicidad, por sus adicciones, por los traumas de un accidente, por las letras depresivas y suicidas de sus canciones, por el estrés de la gira y ser testigo de un suicido, porque tiene cargar con las expectativas de todos, incluidos los que la apoyan y atacan.
Pero la película dista mucho de ser redonda, además de perder por completo la originalidad del asunto pareciera que Finn se pierde en dos cosas, una es que se dedica a demostrar una y otra vez la caída al infierno de su protagonista, criticando una industria y a sus clientes, pero al final todo resulta reiterativo y Finn parece decir que esas personas tienen más presión y problemas, algo que no necesariamente es así, y por otro lado la cinta hace trampa, jugando con las sorpresas y vueltas de tuerca sin cesar, por lo que llegado un momento a uno ya no le interesa que es real o no, sumado a un alargue de metraje, por supuesto se puede dejar llevar por esa cámara, los jumpscares, la banda sonora nerviosa y la idea macabra, pero la historia se deja un poco de lado, algo entendible con ese final que juega la carta mágica de que nada de lo visto importa, solo que Skye vivía en su propio infierno, ha tenido tanto éxito que para la tercera se viene otro estudio de personaje, quizá de la fan de esta gaga/swift/spears etc., no estaría mal ¿quién puede tener más problemas psicológicos que un fanático empedernido.
Calificación: Vale la Pena
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