Russell Crowe hace un general romano con pesadumbre pero increíblemente carismático cuyo destino es sufrir lo indecible para luego tomar venganza al mismo tiempo que le da esperanza a un imperio en decadencia, Joaquin Phoenix se divierte de lo lindo haciendo un psicópata histriónico que hace caras y gestos en plena masacre de gladiadores y Ridley Scott usa todo su talento para entregar hazañas visuales que nos transportan al mismismo imperio romano con todo y momentos en los que uno quiere saltar del asiento sacar la espada y enfrentarse a los enemigos, otros donde abre los ojos como platos y algunos más donde el nudo en la garganta está a punto de ganar la batalla y convertir todo en un rio de lágrimas, algo casi imposible de lograr con ese soundtrack y la bellísima canción original que es imposible de escuchar sin conectar con esta cinta, el resurgimiento del péplum o cine de romanos, y de las cintas grandilocuentes y ambiciosas pero de una forma sencilla, con la ambición de entretener al respetable, de otorgarle un espectáculo digno de celebraciones, sin mensajes pesados y exceso de simbolismos, como si fueran la versión cinematográfica de ese circo romano, siempre apantallante, a veces emocionante, y algunas veces vibrante.
La verdad sea dicha, esta cinta toca las teclas correctas en todo momento, de tal forma que por más que se alegue la veracidad histórica de la misma - una ridiculez ya que el cine no es una clase de historia - es imposible negar que tiene momentos donde se le pone a uno la piel de gallina, y otros donde emociona hasta las lágrimas, de tal forma que cualquier persona que la ve por queda genuinamente emocionado, y aunque se revisite muchas veces nunca cansa, es un entretenimiento cinematográfico en todo su esplendor, algo en lo que Scott es un maestro, podemos criticarle que rueda algunos guiones fallidos, que tiene manía por sacar múltiples versiones de sus cintas, y que a veces se alarga en demasía, pero cuando graba cine, esos momentos de batalla, de usar la cámara para transmitir algo, de usar imágenes para crear mundos y darnos sensaciones, el tipo casi siempre da en el blanco, de tal manera que aunque nadie los una, esta cinta tiene sus mejores momentos en el cine en estado puro, esos instantes de batallas, esas imágenes, esos fotogramas que quedan en la memoria.
Además de que aquí presume de una trama sencilla y funcional, pero que se eleva por encima por presentar una narrativa con la historia del héroe clásico, con todo y su caída, camino y redención, con diálogos que perduran en la memoria por la fuerza de los mismos, y que a la fecha son recitados de memoria incluso por gente que no es aficionada al cine, por supuesto en eso ayuda mucho un reparto intachable con un Crowe en estado de gracia, que es capaz de transmitir su tristeza, decepción y deseode venganza sin pronunciar una palabra, pero que al mismo tiempo no cae en la depresión ni nos lleva a ella, por el contrario el heroísmo, el respeto, el honor, el orgullo y el amor es lo que lo mueve, y sabe demostrarlo perfectamente, con sus ojos, sus gestos, su lenguaje corporal y hasta su mera presencia, además de conservar todavía destellos de humor que evitan que la cinta caiga en pesadumbre, y cuando habla, lo hace solo para decir frases épicas y poderosas, lo que le confiera un aura aún más heroica.
Maximo Decimo Meridio (Russell Crowe, excepcional) es general del ejército romano y es quien lidera la guerra contra los barbaros germánicos en una batalla inicial que demuestra la maestría de Scott al montar espectáculos épicos de primer nivel, cuando esta termina conocemos al emperador Marco Aurelio (Richard Harris dando catedra) quien le confiesa que está próximo a morir y quiere cederle el poder para que a su vez este se lo pase al senado cuando esté listo, Maximo no está de acuerdo, solo quiere regresar a casa para pasar lo que le resta de vida junto a su mujer e hijo, pero no puede negarse a una petición tan importante, en tanto que los hijos del emperador, la prudente Lucilla (bellísima Connie Nielsen) y el ambicioso Comodo (un adecuado Joaquin Phoenix enloquecido y desatado) llegan al lugar, a la primera su padre se queda a medias sobre lo que quiere hacer, a su hijo le dice la verdad y eso cobra su vida, algo que de inmediato nota Maximo que decide no darle su lugar al nuevo emperador.
Pagando con su vida y la de su familia, el escapa de la muerte por un pelo, su esposa e hijo no tienen tanta suerte, sin nada porque vivir es tomado como esclavo y su compañero Juba (un carismático Djimon Hounsou poniéndole el grado de humor necesario al asunto) le salva la vida, cuando es enviado a la arena decide ayudar a los demás y ganar la pelea, demostrando al dueño de esclavos Proximo (Oliver Reed, sensacional) que tiene lo necesario para ser un gran gladiador, como Comodo reinstalo los juegos del coliseo y tiene días inagotables de estos en honor a la muerte de su padre Proximo ve una oportunidad de oro, en tanto que Maximo ve la opción de llegar a Roma y con ello al mismo emperador en busca de venganza, el único motor de vida que le queda, lo que sigue es una épica romana de esas que ya no se usaban, con un héroe realizando proezas dignas de relatos, con un Scott demostrando su maestría visual y su manejo del ritmo, no hay un solo instante que parezca de más y al mismo tiempo nunca se siente apresurado.
Así que vemos a Máximo liquidar a múltiples enemigos sin inmutarse y reclamarle al público que si le gusta el espectáculo, en una muestra de moral dolida, para luego ayudar a su equipo a sobrevivir en una desigual batalla contra unos africanos en bigas y luchar con el mejor gladiador en medio de un grupo de tigres de bengala, todo esto con muchísima emoción, al mismo tiempo que se desenvuelve una trama paralela donde Comodo quiere acabar con el senado para tomar el poder completo y algunos miembros del senado confabulan para ayudar a la amenazada Lucilla en derrocar a su hermano, viendo como herramienta crucial la fama y respeto que tiene Maximo con su ejército y el pueblo mismo, Phoenix lo hace genial como ese enfermizo hombre incestuoso deseoso de poder que a la vez es patético y amenazante, y también aparece por ahí Derek Jacobi otorgándole mucha clase al asunto, y mostrando el lado menos feo de la política.
La producción es majestuosa, con muchos decorados gigantes, uso de sets grandilocuentes y un uso de buenos efectos especiales - para la época - que están a disposición de la película, el vestuario es fabuloso y la banda sonora de Hans Zimmer y Lisa Gerrard logra ser épica al tiempo y sentimental al mismo tiempo, con "Now We Are Free" como la joya de la corona en ese final de antología que lo deja a uno destrozado pero extrañamente feliz, un final agridulce preciso para una épica histórica, y donde uno puede recitar felizmente esos diálogos que perduran en el pensamiento popular, - "Lo que hacemos en la vida resuena en la eternidad", "Me llamo Maximo Decimo Meridio, comandante de los ejércitos del norte, general de las legiones Félix, leal servidor del verdadero emperador Marco Aurelio, padre de un hijo asesinado, marido de una mujer asesinada, y alcanzare mi venganza en esta vida o en la otra" y por supuesto "Ve con ellos", "¿Roma vale la vida de un buen hombre? eso creímos una vez, hagan que volvamos a creerlo, Él fue un soldado de Roma, ríndanle homenaje", estos momentos siguen causando la misma grata impresión. ¡Fuerza y Honor!
Calificación: Excelente
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