El multimillonario farmacéutico Humberto Suárez (José Luis Gómez haciendo de Hugo Sigman) acaba de cumplir ochenta años y a pesar de recibir muchos regalos y felicitaciones teme que nadie lo recuerde más que como un huraño multimillonario, por lo que decide construir un puente que lleve su nombre, y mejor aun, producir una película que le lleve a ser amado por el populacho quien nunca podrá separar su nombre de ella, para esto contrata a la directora más talentosa, aunque como la misma Lola (Penélope Cruz, excelente) dice esto es difícil de definir, la mentada Lola Cuevas que hace cine de autor y es aclamada por la critica y los premios, esta a su vez contrata a los dos mejores actores vivos que son diametralmente opuestos, la superestrella de Hollywood Félix Rivero (Antonio Banderas parodiándose a si mismo de forma magistral) y el maestro de actores y aclamado actor de teatro, Iván Torres (un majestuoso Oscar Martínez), para dirigir nada menos que la historia de un libro ganador del premio nobel, que es explicado por la directora al millonario porque, palabras textuales, no se le da mucho eso de leer como a todos esos obscenos ricachones.
Ya desde este momento uno sabe por donde van los tiros de la dupla de directores que hacen una parodia sobre el mundo que habitan sin dejar títere con cabeza, Félix e Iván de presentan como los extremos opuestos, mientras el primero llega en un carro deportivo de lujo con una supermodelo a quien casi devora en plena calle, mientras el segundo en un uber, Félix usa artículos para simular el llanto, Iván lo saca desde adentro, en conclusión, Félix es un actor directo que como él mismo dice solo debe decir las lineas con convicción y ya, mientras el segundo es un actor de método que toma su profesión con un grado de seriedad enfermizo, esta pareja dispareja junto a la excéntrica directora fusión de Lucrecia Martel e Isabel Coixet que los empuja a ejercicios que rozan la locura en los ensayos del guion es lo que conducirá la cinta hasta su inconcluso final ya que en si no va de nada, más que de ver a este par de idiotas ególatras y maniáticos medirse los miembros en tanto la casi sociópata directora controladora demuestra que puede ser tan talentosa como despreciable.
Y justo en esas escenas, momentos, y lineas es donde esta la gracia de la cinta, ademas de por supuesto servir como un verdadero ejercicio de competencia actoral donde tres monstruos cambian de tono como si uno pestañeara, desde el chiste de que no se le puede tocar la cara por contrato y el "esta es mi herramienta de trabajo", hasta el uso de una piedra falsa para meterles temor, pasando por una confesión de una falsa enfermedad y una retribución con Iván diciendo que Félix es bueno para después mofarse en si cara, mención aparte al chiste de la esposa de Iván o a este con su pareja escuchando música pretenciosa y halagando los golpes de percusión "tribales" solo para darse cuenta de que es el vecino clavando algo, ademas se aplaude la misantropía de que ante el cáncer de uno de ellos la directora se preocupe por los tiempos de grabación y el como resolver el asunto, en tanto el otro en blanquearse los dientes, y de paso sugerir que él puede hacer ambos papeles de ser necesario, vamos que se nos muestran las dos peores caras de la actuación, el ególatra que se cree una estrella y pide ayuda para los delfines rosas, y el pedante que se cree superior a los demás mientras lee, ve y escucha cosas snob que sencillamente son estúpidas, ambos son tan malos como el otro aunque piensen lo contrario.
Calificación: Bien
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