Una señora que estaba cumpliendo 85 años, muy admirada en el pueblo por ser la única profesora de órgano, recibe una llamada telefónica del cura del pueblo notificándole que pasaría a su casa por la tarde para darle la felicitación por su onomástico.
Cuando el padre llega a la casa de la anciana se da cuenta que sobre el órgano que tiene la viejita en la sala hay un jarrón de vidrio lleno de agua con un condón flotando. El sacerdote no puede creer lo que ve y trata de disimular su asombro ante la anciana.
Luego de un rato hablando sobre todo lo que la mujer ha hecho en 85 años de vida y haberse tomado dos cafecitos, el clérigo sigue atónito de ver el condón flotando en la jarra de vidrio, así que no aguanta más y decide salir de su curiosidad, y con trabajo le pregunta:
"Perdona, hija, pero, ¿me podrías explicar qué es eso?" (Apuntando al jarrón).
"Ah, claro que sí, eso es algo maravilloso que me encontré hace diez años. Recuerdo que paseando por el pueblo, de pronto vi un sobrecito en el piso que decía en letras muy pequeñas: Colóquelo sobre el órgano, manténgalo húmedo y prevendrá cualquier enfermedad. Y desde entonces, no lo va a creer, pero ni resfriados me han dado...".
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