Cinecritica: El Rey del Once

EL REY DEL ONCE (IDEM, ARGENTINA, 2016)

Ariel llegando al once del titulo, unas cuadras en argentina donde se juntan judios de toda clase, peruanos, chilenos, y un largo etc. para vender y comprar en comercios de un metro de frente pero inacabables en lo profundo, donde las personas tropiezan unas con otras y el bullicio es inacabable, donde en la noche se desaparece toda señal de vida y pareciera desierto, Ariel (adecuado Alan Sabbagh) se siente apabullado, confundido, no se explica como funciona asi el lugar y como las personas pueden tener este ritmo y ambiente tan confuso, es decir Ariel no entiende el lugar ni tampoco quiere entenderlo, nosotros tampoco entendemos tanta confusión pero si queremos saber que esta sucediendo ahi y porque Ariel es dejado a su suerte y tratado como si nada cuando viene de Estados Unidos y su padre ni siquiera se digna a recibirlo o verlo, ni siquiera a llamarle a no ser que sea para un favor.

Usher (Usher) el padre de Ariel maneja un lugar de ayuda que nunca entendemos como funciona, es un completo desastre y Ariel trata de alejarse de el, pero sin nadie con quien convivir y con su novia cada vez mas lejos emocionalmente el tipo comienza a relacionarse con una chica religiosa que hizo voto de silencio (Julieta Zylberberg), con un carnicero enojado con Usher que no quiere proveer la carne, con los judios que se encuentran en el templo y con gente que conoció en antaño, asi Ariel poco a poco va metiéndose en este tipo de vida, confuso, sin que eso cambie nada eso, es simplemente Ariel el que se esta acomodando a este ritmo, el mismo que el director nos muestra en pantalla, todo confuso, desenfocado, arritmico, justo como en la vida del once.

Durante una semana separada en segmentos de días Ariel deberá dejar atrás su resentido pasado donde su padre lo abandono un día clave para cumplir su deber religioso como judío, ¿porque los judíos ocupan diez para todo? pregunta Ariel a un tipo sin luces en una escena clave, enamorarse de una mujer que no resulto lo que pensaba y ¡que diablos! acomodarse a la vida del extraño barrio para al final abrazarla con fervor.

Calificación: Vale la Pena