María y Juan eran dos residentes de un ancianato y sostenían una aventura amorosa. Los dos tenían 96 años y andaban en silla de ruedas. Todas las noches se encontraban en la sala de televisión. Pasivamente, María tomaba el miembro de Juan y así miraban la tele por una hora o más. No era mucho, pero era todo lo que tenían. Una noche, Juan no llegó. Tampoco apareció las dos noches siguientes. María supuso que había muerto, pero poco después lo vio paseando alegremente en su silla de ruedas por los patios. Lo enfrentó y le dijo:
- ¿Dónde estuviste estas dos últimas noches?
- Bueno, si quieres saberlo, estuve con otra mujer.
- ¡Maldito! ¿Qué estuviste haciendo?
- Hacemos exactamente lo mismo que tú y yo.
- ¿Es ella más joven o más bonita que yo?
- No, es parecida a ti y tiene 98 años.
- Entonces, ¿qué tiene ella que yo no tenga?
- ¡Parkinson!
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