En un momento clave de esta biopic, la inteligente, metódica, organizada y seria Rona (una entregada Saoirse Ronan, impecablemente brillante) le pregunta a un señor de edad avanzada con quien comparte el mismo problema que si en algún momento será más sencillo, que si va a llegar el tiempo en que lo supere completamente, a lo que este le contesta honestamente que nanai, que nunca se vuelve sencillo, y que día a día lucha contra la tentación como si fuera el primero, además de recitar los años, meses, días y horas que lleva sin probar alcohol, como pasmosa evidencia de la dificultad del asunto, pero también le señala lo bueno, el cambio de vida que ha tenido, y la mejor persona que puede llegar a ser, estos momentos de honestidad son lo que separa la cinta de un genero muy recurrido y al que parecería que ya no se tiene nada que agregar con tantos exponentes y décadas a espaldas.
Esta honestidad - o cinismo -, también se ve en una platica que tiene la joven alcohólica con uno de sus compañeros de rehabilitación, el sueña con ver a sus hijos después de muchos años sin poder hacerlo por su adicción a las drogas, esta optimista, entusiasmado, pero la siempre impávida Rona mantiene una mirada indiferente para soltar algo así como "solo soy feliz cuando estoy tomando", una declaración muy fuerte que junto a los otros diálogos como el mencionado al inicio dicen algo que no muchas cintas e historias se han atrevido a sostener, que un alcohólico solo es feliz cuando esta probando/tomando alcohol, no solo porque es una adicción, sino porque en realidad, en verdad es feliz en esos momentos, es una idea tan valiente como dolorosa, pero quizá por ello profunda y complejamente real.
Ese mismo atrevimiento y dualidad es tomada por la directora, que juega con la narrativa no lineal dando saltos en el tiempo sin especificar jamás en que momento estamos, casi como si nos intentara meter en la confusa mente de su protagonista, pero específicamente para mostrar esta dualidad completamente diferente de la vida de Rona, pero también de la persona que es en uno u otro momento, así que pasamos de verla en el presente conviviendo con su familia para inmediatamente pasar una escena donde se cae de borracha en un antro, para luego mostrarnos una de su niñez quebrada con padres divorciados y papa bipolar, cambiar a cuando su relación se rompió y deambulaba por las calles lidiando con un abusador, regresar al presente donde apenas aguanta vivir en las islas Orcadas, ver su rehabilitación, movernos a su llegada a Londres con todo el futuro por delante, cambiar a cuando le reclamaba a su novio que sus intentos de protegerla eran en realidad excusas para controlarla y un largo etcétera.
Todo esto con la única pista de los variopintos cambios de cabello de la protagonista, que además de servir para ello nos dan una idea del estado de animo en su cabeza, es complicado al inicio pero conforme avanza la historia el rompecabezas se arma de forma orgánica, y aunque algún momento no podamos incrustarlo en un tiempo exacto no importa, porque esos momentos valen por si mismos, ya entendemos la complejidad de todo el asunto, uno donde una joven brillante y seria ama salir de juerga para después de unas cervezas convertirse en la estrella de la noche, y luego en la villana con sus accesos de cólera, berrinches y tonterías, tocar fondo, intentar salir del agujero al rehabilitarse - solo un 10 % lo logra -, ir a las islas Orcadas con su familia, e incapaz de frenarse castigarse yendo a la pequeña isla solitaria de Papay donde sufre las inclemencias del clima y su soledad, algo que le ayuda a conocerse a ella misma y conectar con la naturaleza, quizá nunca pueda volver a ser feliz al no probar una gota de alcohol, pero quizá si tenga sus momentos felices en otros lados, esperando ser encontrados como ese graznido casi mítico de la codorniz que busca.
Calificación: Bastante Bien




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