Comienza la cinta del especialista en cine de terror Gustavo Hernández y como en "La Casa Muda" tenemos un plano secuencia que aquí si termina pero que esta mejor logrado que el de la cinta con la que se dio a conocer, con este plano secuencia nos presenta a la madre ausente Iris (Paula Silva cargando la cinta en una bienvenida sorpresa para un servidor) que ya se ha echado su traguito de ron a pesar de ser plena mañana, que vive con una negra que parece contar con más pretendientes que calzones, y que por ahí aparece una pipa de mariguana, acto seguido conocemos a la madura Tata (Pilar García Ayala) que no duda en regañar a su madre por como tiene el lugar, y porque su padre va a descubrirla, pero es notorio que el tipo ya sabe como vive su casi ex mujer pelo-teñida de varios colores, aun así tiene que dejarle a la niña porque tiene un compromiso ineludible, aunque la mujer reniegue ya que lo olvido, y ademas le hará bien convivir con ella.
La cámara no corta pero al bajar Tata un hombre llega corriendo y se va por otro lado, las dos salen casi jugando mientras el plano cambia a cenital sin corte y vemos que la ciudad es un desastre, personas corriendo por aquí y por allá, arranques de violencia, incendios, nada de esto es notado por Iris que llega al club deportivo donde trabaja con su hija, ahí como guardia de seguridad no hay nadie pero rápidamente notan que algo sucede afuera, personas peleándose, e incluso muertos, y para acabarla de amolar las ventanas son quebradas y los tipos entran al lugar, una especie de zombis que no devoran pero son muy violentos, con las dos separadas ahora Iris debe buscar a su hija para ponerla a salvo, y el único punto débil de los infectados son el tiempo de relajación forzada que sufren justo después de un arranque de ira que mata a los que atacan, los 32 segundos del titulo.
Si hable del majestuoso plano secuencia inicial debo decir que esta maestría técnica se sigue reflejando en el transcurso de la película, tenemos algunos planos fijos que causan tensión por las sombras y siluetas que se ven, algunos movimientos circulares que nos muestran todo el panorama mientras los involucrados no lo saben como nosotros ¡esa escena de los lockers!, un montaje muy bien logrado como el del ataque en la alberca, y una fotografía de Fermin Torres que juega mucho con los colores y recuerda giallo con colores brillantes y saturados que cambian casi de locación en locación siempre en el mismo claustrofóbico laberinto que es el club, la música recuerda a esas películas de terror de hace cuarenta años, con sonidos fuertes y trepidantes, y ademas el director logra decirnos mucho con poco como esa fotografía que guarda Iris que deja claro porque se comporta y vive como es en la actualidad.
Se podría decir que la historia es genérica y lo es, pero da la impresión de que Hernández quiso demostrar que podría grabar una cinta de este subgénero con estilo propio y lo logro, con infectados más inteligentes, y una dirección y uso de cámaras por arriba de lo acostumbrado, y algunos momentos muy buenos, a los mencionados se les suma el de un pasillo atiborrado de infectados, uno doloroso en una caldera de fuego, y por supuesto el parto de la infectada y el loquito Luis (Daniel Hendler) que da paso a esa tensa y estresante escena del bebe, solo el final no termina de cuajar, no porque sea de golpe, que también es una virtud, sino por la decisión algo tramposa que rompe un poco con lo mostrado, de cualquier forma una muy interesante propuesta que se quedo por encima incluso de los exponentes actuales del vecino del norte.
Calificación: Vale la Pena
No hay comentarios:
Publicar un comentario