Nala (una sorprendente Paola Miguel) esta en la edad de la choca, en plena entrada a la adolescencia y tiene una relación tirante con su sexosa madre Rebecca (Samantha Castillo), para su "desgracia", es arrastrada a un pueblo muy lejos de la ciudad, con su abuela Josefa (formidable Ofelia Medina) a quien no conocía, todo esto con la intención de hacer un ultimo intento para salvar a su desahuciada hermana pequeña Luna (Ivanna Sofia Ferro) por quien los médicos no pudieron hacer nada, pero ahí las dos pequeñas son dejadas solas con su abuela ya que sus padres hacen un viaje esencial para ayudar a la pequeña Luna, en la casona que ¡no tiene internet! las niñas lidian con su difícil abuela que no quiere saber de chunches tecnológicos, esta acostumbrada a que sigan sus instrucciones al pie de la letra, y no permite tonterías de veganismo en su mesa, ademas de escuchar las historias de la guapota criada Abigail (Paloma Alvamar) sobre brujas y creencias ancestrales de esos pueblos, el caso es que como la relación de la adolescente con su abuela se vuelve tan complicada la niña comienza a sospechar que quizá su abuela es una bruja, encontrándose cada vez más pistas que apuntan a ello.
Así el director Ezban se mueve hábilmente entre dos historias, por un lado el cuento de unas trillizas que hacen un trato con una bruja para salvar a una de las hermanas con consecuencias fatídicas que se va presentando por partes, con todo y bruja que ataca a una de ellas y la actitud revanchista de las otras dos, mientras que también vemos la historia "real" o actual sobre la paranoica Nala que sospecha de su abuela, tiene sueños que ya no sabe diferenciar de la realidad, y teme por su hermana quien parece ser victima de su propia abuela, no sabemos a bien si lo que ve Nala es real o fruto de su imaginación pero queda claro que la inclemente abuela tiene algo contra ella, quizá ve reflejado el rencor que tiene para con su propia hija, siempre desesperante, terrorífica y con esa tétrica muletilla de "Ay, mamita", es cierto que la película abusa de los jumpscares, que aun así funcionan la mayoría de las veces debo admitir, como también abusa de los sueños/pesadillas, pero hacia el final todas las cosas se van poniendo en su lugar.
De hecho creo que esa es una de las cosas mas valiosas de la cinta de Ezban, el director va dejando pistas que después resultan importantes sin aventárnoslas a la cara, el tipo tiene confianza en la capacidad de su publico, y algunas cosas que parecen lagunas terminan con una explicación satisfactoria, por lo que detalles como el hecho del abandono de los padres a las pequeñas, o ciertos comportamientos de personajes, en el lugar terminan resultando totalmente congruentes. Volviendo al subgénero de brujas que tan bien ha funcionado a México, con un sonido extraordinario, efectos especiales buenos que no le piden nada a las producciones del vecino del norte (¡ese maquillaje!), un diseño de arte que vuelve la casona y el pueblo en un personaje más, y actuaciones bastante buenas esta cinta se vuelve un digno representante del genero y aire fresco para el terror en el país, logra siempre ese ambiente turbio y malsano que nos tiene los pelos de punta, y algunas vueltas de tuerca absolutamente macabras.
Ademas de que su metáfora funciona perfectamente, no solo estamos ante el despertar de una chica a su madurez con todo y atracción hacia el feo trabajador de la abuela, sino una historia de mujeres que tienen relaciones complicadas, sea la de la la abuela con Rebecca, la de esta con Nala, la de las hermanas del cuento, su casi madrastra brujeril, el poder de la matriarca en ese pueblo maldito, que nos recuerda que las mujeres son brujas, para bien y para mal, y por supuesto ese terrorífico final que nos recuerda que las tradiciones y costumbres se pasan de generación en generación, y las maldiciones/bendiciones siempre vienen desde la familia, nacen de ella, nos acompañan y no podemos escapar de las mismas.
Calificación: Bastante Bien