El delicado blanco y negro de la película se torna en muchísimos matices grises que van de acuerdo con la historia de la que somos testigos, con este obvio simbolismo y muchos más muy bien trabajados me parece increíble la cantidad de criticas negativas que tiene el impresionante debut de la subvalorada actriz Rebecca Hall, por ahí alguien se queja de que no vio policías siendo racista ni gritos insultantes, justo esa sensibilidad y delicadeza que caracterizan a la cinta me parecen unas de sus cualidades más loables, es cierto que trata sobre racismo y la sociedad en esos lejanos años veinte de hace un siglo pero principalmente nos habla sobre las personas, particularmente de dos que toman decisiones que las llevan a un in crescendo del que no hay regreso y que tienen una complejidad tan profunda que caen incluso en contradicciones, desde el inicio la directora y guionista deja claro que estamos viendo, la pudiente Irene (Tessa Thompson, muy bien) esta buscando un regalo para su hijo y con la ola de calor tumbando gente en la acera decide ir a refrescarse al restaurante de un lujoso hotel.
Lo hace de manera taciturna, como queriendo ser invisible, una negra no debería estar en ese lugar, es una intrusa en un mundo al que no pertenece, pero puede darse ese lujo ya que como mulata puede pasar desapercibida, confundida, de pronto alguien la mira fijamente, ante la incomodidad y el nerviosismo intenta escapar pero la otra mujer se acerca y declara que es Clare (Ruth Negga, majestuosa), una amiga de la juventud, y le confiesa que se hace pasar por blanca, esta casada con un ario racista (Alexander Skarsgard), y vive la una vida de lujos y opulencia que siempre deseo, incluso le cuestiona porque no hizo lo mismo "podrías" escupe tajantemente, Irene se siente escandalizada y soporta el chiste sobre el sobrenombre de su amiga con unas agrias carcajadas, ya desde este inicio Hall demuestra talento, los elegantes encuadres con ese formato cerrado, el manejo del ritmo, ese cuidado blanco y negro, los cambios de escena y el uso del jazz en la banda sonora donde predomina un piano que nos va sumergiendo en ese mundo.
Ademas de todo esto tenemos algo mucho más interesante que solo recordar los temas raciales de la época y como los mulatos al tener oportunidad cambiaban su vida para tener mejores posibilidades, por un lado tenemos a la protagonista principal Irene que es una mujer muy hipócrita, por un lado cree que representa el orgullo negro y se la pasa en cuestiones de caridad, por el otro lado demuestra cierto aire de superioridad por ser mulata y por su acomodado escalón social con todo y criada negra que considera menos, en tanto Claire es una oportunista que no duda en usar sus encantos para ganarse a las personas e incluso robar la vida de alguien, que es lo que teme Irene conforme avanza la película, los hijos de Irene tienen mejor relación con Clare, esta es el alma de las fiestas, y tiene una extraña cercanía con su marido (Andre Holland), en todo este asunto solo el pomposo escritor Hugh (Bill Camp, bien) es el único que ve a la mujer de piel clara como un peligro para Irene, de hecho en cierto momento Clare suelta una linea lapidaria "soy capaz de hacer lo que sea con tal de conseguir lo que quiero".
Frente a esto Irene no tiene de otra que tomar la decisión casi subconsciente del final que aunque se pueda vislumbrar no deja de ser chocante, así que la historia nos presenta a dos mujeres oportunistas a su manera, que son capaces de ser tan o más racistas que de las personas que se quejan, que primera pasa de una critica social y un reencuentro personal, a una extraña relación casi erótica para pasar a un doloroso drama con una posible usurpadora, y no tanto de su vida o persona en si, sino de lo que construyo y ama ser, una persona que se cree moralmente superior y por lo tanto es mucho más peligrosa de lo que aparenta, pero ¿puede actuar de otra manera frente a la amenaza que ha llegado a su vida? una gran opera prima, que va mucho más allá de lo que uno puede suponer en un inicio.
Calificación: Notable