Cinta policiaca y thriller coreana de buen nivel, algo a lo que nos tienen acostumbrados por parte del país asiático que se ha especializado en este tipo de géneros donde demuestran ser los mejores en la actualidad, esto debido a que toman lo mejor de este cine por parte de occidente y le han añadido su propio toque con todo y ese cuarto acto, Jo Pil-ho (Lee Sun-kyun, bien) es un detective que se convirtió en detective para no tener que enfrentarse a uno como se dice en una de las mejores lineas de la cinta, por supuesto el tipo es corrupto y lo que le sigue, no tiene escrúpulos y solo ve por el mismo, con asuntos internos pisándole los talones el tipo se mete en una trácala que sale muy mal, con todo y explosión de fabrica de por medio donde muere su compañero, no sin que antes le llegue un mensaje que le llega de inmediato por el temor de que lo vinculen.
Para su mala suerte el video demuestra la gran corrupción de una de las más grandes empresas del país que esta confabulada con las más altas esferas políticas, ahora Jo debe salvar a la novia de su compañero fallecido, la depresiva pero inflexible Mi-na (Jeon So-nee, bastante bien) que también tiene el video en su poder y que debe huir de las hordas de maleantes legales e ilegales que los perseguirán para asesinarlos. La cinta tiene buen ritmo, algunas escenas muy violentas que son necesarias para la trama, nos presenta un mundo lleno de corrupción y maldad que parece muy real, y el sentimiento de tensión por el peligro de muerte esta bien logrado, lastima que el cuarto acto carezca de la fuerza que logran en otras cintas pero aun así no se pierde el interés.
Ademas pone sobre la mesa esos dilemas morales que tan bien ejecutan los orientales, al final de cuentas queda claro que el detective corrupto si tiene corazón y que aunque él creía que era un villano desalmado lo cierto es que es apenas un bebe en pañales frente a esos sociópatas desalmados que son los grandes empresarios y los políticos que no se detienen ante nada porque simplemente no tienen brújula mora, un mensaje tan recurrente en el cine de Corea del Sur que parece ser lo único que nos acerca a ellos, es decir, esta corrupción y maldad deben ser universales sin distinción de raza, sexo, edad o cultura, pero mientras pensemos como Jo Pil-ho existe esperanza, "ninguna vida vale 78 centavos" aunque la lógica del poderoso lo indique así.
Calificación: Palomera
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