Esta historia que parece sacada de un cuento de hadas pero edulcorado al estilo Disney con sus dosis de modernidad en un feminismo no concebido en esa época donde se siente anacrónico brilla en sus escenas de patinaje donde con el montaje adecuado y una buena banda sonora podría haberse convertido en un gran musical, eso no sucedió por supuesto, pero esos tonos fríos azulados de la fotografía que dan paso al amarillo y rojo solo en partes puntuales de pasión sea esta buena o mala son los que se necesitan para contar esta historia invernal sobre dos jóvenes de extracto social muy diferente que se enamoran porque así es el amor, sin lógica alguna, esto sumado a una gran producción donde el diseño de arte brilla por si mismo y se ve remarcado por un vestuario hermoso que nos lleva a esa época de revolución donde todo esta a punto de cambiar en ese país tan alejado que es Rusia.
Matvey (Fedor Fedotov) es despedido de su empleo y con su padre enfermo no le queda de otra que unirse a una banda de carteristas con ideas radicales conforme a la realeza, al líder Alexey (Yuri Borisov con el personaje más ambiguo) no le basta con ser delincuentes sino que quiere ser la punta de lanza de una revolución para cambiar el país, pero la historia que interesa más, por lo menos a mi particularmente, es ver el romance que viven y sufren el carterista patinador Matvey y la noble Alisa Vyazemskaya (la hermosa Sofya Priss, bien) que se enamoran irremediablemente, él intenta cortejarla, ella lo permite, y por supuesto todo esta en su contra, tanto de parte de ella que ya esta prometida al jefe de policía como de él que pertenece a una banda de delincuentes que quieren destruir al gobierno y ven a la chica como una sanguijuela, una encantadora por supuesto, pero sanguijuela al fin.
Las escenas románticas son bonitas, el paisaje invernal de Rusia parece sacada de un cuento de hadas, la fotografía casi nos hace sentir frio, la producción esta al nivel de cualquier superproducción hollywoodense, y lo mejor repito, son esas secuencias de patinaje donde todos escapan por medio de pasillos estrechos de hielo, rampas formadas por capricho de la naturaleza, y ríos congelados donde el alboroto forma parte del invierno, todas estas realizadas de manera ágil y hasta emocionante donde los actores parecen expertos bailarines y equilibristas que nos hacen asistir a uno de esos circos donde perdíamos el aliento aunque sea por un segundo mientras las acrobacias nos hacen preocuparnos por ellos y esperamos deslumbrarnos con un salto.
Calificación: Palomera
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