Los eventos de ese nefasto 5 de Septiembre de 1972 en Munich se han llevado al cine en múltiples ocasiones, tanto lo que paso antes como sucesos anteriores que llevaron a este o lo que desencadeno, como en la subvalorada "Munich" de Steven Spielberg, pero esta vez se muestra como thriller casi en tiempo real, con un ritmo trepidante y un montaje dinámico que enlaza las tomas de la película que emulan un estilo documental con imágenes de archivo sacadas de la propia ABC, aunque conocemos perfectamente la historia, el hecho de presentarla de esta manera le da una frescura que logra mantener el impacto de los hechos, ademas la cinta apenas dura hora y media donde ademas de narrar los hechos terroristas ocurridos y como los vivieron las personas cercanas nos adentra en el trabajo de televisión y periodístico en vivo, lo que nunca deja de ser interesante, tanto por la premura que manejan, como la presión de los tiempos, que sumado al suceso suman mucho a la tensión.
Todo inicia con las transmisiones de los juegos olímpicos de Alemania 1972 con las victorias de Mark Spitz colgándose nada menos que siete medallas de oro, el productor Marvin Bader (Ben Chaplin, bien) sigue la última competencia con la victoria del norteamericano de forma profesional, a lo que entra de inmediato el rapiñezco ejecutivo Roone Arledge (Peter Sarsgaard imponiendo presencia) que apunta que no tomen al ganador, sino al alemán perdedor debido a que Spitz es de ascendencia judía - "en el patio de Hitler" -, comenta con sonrisa sardónica, casi de inmediato vemos que el joven productor Geoffrey Mason (John Magaro, bastante bien) batalla con un alemán que no quiere darles unos cables, y que se queja de que los gringos saben quejarse, por supuesto, nunca tenemos la oportunidad de ver si lo que dice el tipo es verdad, y acto seguido se escuchan unos disparos que el alemán desestima, es decir, estamos nuevamente ante una cinta que vanagloria a los judíos y de paso culpa e imbecilita a los alemanes.
En cuanto a la factura técnica no hay mucha queja, el diseño de producción es bueno y logra trasportarnos a la época de los setenta, en esto ayudan el vestuario y la peluquería, además la fotografía sucia estilo documental que siempre se ve nerviosa es justo lo que necesitaba la historia, inclusive las tomas con cámara en mano sirven para este cometido, y el reparto coral cumple perfectamente, a los mencionados se suma una espléndida Leonie Benesch que devora la pantalla cada que aparece, junto a un larguísimo número de secundarios que cumplen en todo momento. En cuanto al tono se puede decir que es bueno, no se mete demasiado en cuestiones políticas y por momentos tiene el grado de amoralidad que es normal en los periodistas preocupados por el rating, y esto lo representa perfectamente Sarsgaard.
Por desgracia, ante cada momento de amoralidad e inmoralidad de los periodistas llega un pretexto para ellos, una mención de superioridad moral, y nunca empata lo que sale de sus bocas y sus acciones, así que vemos como hacen de todo para engañar al gobierno y autoridades alemanes, incluido sabotear un plan al presentarlo en televisión, pero todo se muestra como si lo hicieran desde una superioridad moral donde de paso siempre critican a los alemanes y victimizan a los judíos, algo que se siente incluso hipócrita viendo lo que sucede en la actualidad con los Palestinos, una pena, ya que la ejecución es valiosa, de ser una cinta más cínica e imparcial tendría más fuerza, donde no se vanaglorie a los productores televisivos que a final de cuentas solo quieren dinero, al final un personaje le dice al ambicioso Ronne, que nunca quiso entregar la exclusiva a noticias, que le va a llegar un jugoso bono, pero son detalles que luego se blanquean, una pena, pero eso sí, nunca de ser un buen thriller lleno de tensión.
Calificación: Vale la Pena
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