En algún momento crucial del doloroso thriller escrito por Moratto el protagonista Mateus (Christian Malheiros, fabuloso) es enviado a comprar a la tienda y ni siquiera tiene tiempo de pensar como pedir auxilio o escapar ya que la dependienta le deja claro, como no queriendo, que conoce a su jefe y que de alguna u otra forma es parte de esa mafia que parece incluir a todos los brasileños que no forman parte de los esclavos, o por lo menos no de forma tan obvia como nuestros protagonistas, Moratto suelta de vez en cuando estas claves informativas justo cuando estamos pensando una forma o vía de escape, siempre logrando además escenas excelsas con mucho suspenso y un dejo de acción que culminan siempre con un marro en la cara, para agrandar nuestra desesperación mientras buscados una salida a como de lugar para esos pobres diablos.
Al inicio de la cinta conocemos a Mateus, nuestro protagonista, un joven trabajador, que ama a su familia y es devoto, sueña con ser piloto y con darle a su familia conformada por mujeres una mejor vida, cuando le llega la oportunidad de trabajar en Sao Paulo no la deja pasar y junto a 3 hombres más se embarca en la aventura, su amigo de la infancia Samuel (Bruno Rocha) sueña con juntar para poder casarse con su novia, el cínico Isaque (Lucas Oranmian) quiere ser rico y el introvertido Ezequiel (Vitor Julián) apenas suelta palabra, cuando llegan al lugar el encargado Luca (un magistral Rodrigo Santoro) se porta bien con ellos, les promete asilo, comida y una paga semanal, además de picharles la cena esa noche donde se van a conocer la ciudad, al día siguiente comienzan a trabajar en la chatarrera separando cobre y metales, el trabajo es pesado y las jornadas interminables, siempre están presionados y no les han pagado nada, cuando exigen un contrato la violencia aparece, les quitan sus celulares y terminan encerrados en condiciones en las que no viven ni los animales mientras sus sueños se desmoronan.
Es decir, se han convertido en los esclavos modernos del título, sin derechos, sin libertad, con la vida amenazada en cada segundo, lo que sigue de aquí es un thriller carcelario muy duro y los planes de escape de los chicos que siempre culminan de la peor manera, en una escena clave se nos muestra que la policía es parte de, por lo que el hábil Mateus intenta ganarse la confianza de Lucas para luego escapar junto a todos, pero conforme la va ganando descubre que el sistema esta podrido, y se debate entre lo que es correcto, ¿quiere ser libre y morir de hambre? ¿Vale la pena arriesgar a su familia con esta mafia? ¿Existe otro camino para el éxito para una persona como él? Así que al tiempo que él thriller y el drama se vuelven más fuertes la cinta nos pone dilemas morales poderosos sobre la mesa con mucha naturalidad y nos regala escenas exquisitas como ese viaje a comprar "esclavos" o esa encabronante escena con un respetado político moviendo los hilos de todo.
Mientras todo esto sucede somos testigos del desarrollo del personaje de Mateus, que pasa de ser un chico ingenuo a un superviviente astuto, pero con ello deja de lado su inocencia para corromperse, siempre jugando la cinta con una ambigüedad que nunca abandona por parte de su personaje que siempre se debate entre lo correcto y lo que le conviene, grabada en un estilo sucio de grises y tonos oscuros que enfocan esa horrible parte que Sao Paulo esconde pero que sucede en cada parte del mundo, tomando de manera directa el fruto del trabajo esclavo para con la ciudad, con una cámara al hombro casi en estilo documental y muchos Close ups en momentos precisos, una fábula de la lucha humana por la supervivencia, un canto misántropo y una ácida crítica a la esclavitud que aquí se ve así, pero que existe en todo momento por parte de empresas cuyos altos mandos y dueños ganan tanto dinero que no podrían gastarlo en tanto sus "empleados" viven para trabajarles por un mísero plato de arroz que llevar a sus familias, una cinta extraordinaria.
Calificación: Notable