Una niña llamada Emily (nada menos que Frankie Corio, la magnífica niña de "Aftersun") y su padre (Henry Pettigrew) están conviviendo en una calle, donde la niña quiere confesar que paso por una cloaca el día anterior, pero no se anima a contar todo, su padre Don le pregunta que si por eso ahora lleva a su conejo a todas partes, que su madre le ha pedido que se deshaga del muñeco como de todos sus juguetes, pero será cuando esté lista, en esos momentos las luces se apagan, el padre desaparece, la niña corre para encontrarlo herido y el ente del título la mete en un saco de ruidoso cierre, así comienza la película sobre el hombre del saco, una leyenda universal que existe en todas las culturas con diferentes formas e historias, pero que comparten ese miedo de todos de un secuestrador, supongo que por ello nació este personaje de terror, para advertir y de paso meter miedo a los niños que andaban por arriba y por abajo de vagos, en lugares donde no deberían estar a horas inadecuadas.
Yo mismo recuerdo que cuando era pequeño en mi ciudad natal vivía en un lugar donde la oscuridad era perpetua, a las orillas de la misma, el alumbrado público no funcionaba como debería y afuera se veía como boca de lobo, mi madre me advertía que no llegara tarde porque estaba el mentado hombre del saco, el "robachicos" que se llevaba a los niños que encontraba, eso y la carreta de la muerte causaron que dejara de vaguear tarde cuando durante unas noches se escuchaban ruidos afuera casi a medianoche, es decir, la historia funciona, o por lo menos funcionaba, en la mayoría de los relatos el Bagman (Will Davis) se lleva a los niños malos, esta versión cinematográfica es más parecida al relato de mis padres, se lleva a quien se encuentre, causando más terror ya que el ser bueno no te hace inmune. Patrick (Sam Claflin, bien) se muda a su pueblo natal junto a su esposa Karina (Antonia Thomas) y su pequeño hijo Jake (Caréll Vincent Rhoden), el sujeto esta frustrado porque los diseños que realiza no interesan a nadie, tiene muchas deudas bancarias y ahora se ve forzado a trabajar para su hermano en el negocio familiar.
Este soñador fracasado apenas cree su destino, además de que tiene un pasado traumático en el lugar que lo hacen sentir todavía más incómodo, no pasara mucho tiempo para que Patrick empiece a escuchar ruidos en la noche, que alguien se meta en su casa, deje muñecas tétricas en el lugar, tome sus cosas para tirarlas en la ventana de su hijo, se escuche y aparezca en el monitor para bebes, y hasta toque la flauta favorita de su hijo, es decir, para torturar y aterrorizarlo, en tanto el revive el pasado traumático donde ya tuvo un encontronazo con el sujeto/ente y tema por la seguridad de su hijo. McCarthy entrega una clásica historia de terror que en líneas generales es una fábula como en la que se basa, sabe como usar el engranaje del género, aunque algunas veces su fotografía es demasiado oscura tiene conocimiento de los resortes.
El uso del sonido es muy bueno, los pasos, los crujidos, los pequeños golpecitos, y ese sonido del cierre que termina causando escalofríos están muy bien implementados, usan escenarios naturales adecuados y las escenografías cumplen su función, los sustos aunque son pocos dan en el blanco, y en especial se hace una buena analogía de los miedos del hombre adulto, el como siente la ansiedad y presión ante el fallo que significa no realizar sus sueños, la presión de ser proveedor y cuidar a su familia, y el arrastre de los traumas y miedos adultos durante toda la vida, por ello el final de Patrick no podría ser diferente, nunca pudo superar sus miedos, ese que se pasaba en su familia de generación en generación, y es que aunque es importante advertirnos de los peligros, no es saludable meter tanto miedo que terminemos bloqueándonos, y por ello mismo, dejando de cuidarnos, una tétrica fabula donde por lo menos al final, el pobre hombre hace lo correcto.
Calificación: Palomera
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