25/8/24

Cinecritica: El Niño y la Garza

"EL NIÑO Y LA GARZA" ("KIMITACHI WA DO IKIRU KA", JAPON, 2023) DE HAYAO MIYAZAKI
Mahito (voz de Soma Santoki) es despertado por el bullicio de la casa y de una sirena que se escucha a lo lejos, su padre sale corriendo y él no se queda atrás, poco a poco mientras corre va descubriendo la verdad detrás del alboroto, y la animación es majestuosa, fascinante, con unas lineas que se mueven tanto que no parecen reales, con unos trazos gruesos que no dan mucho detalle a lo que vemos pasar por los ojos de Mahito, pero que si dan una impresión de movimiento casi surrealista, al final un fuego sera combustible de pesadillas para el pequeño Mahito que tiene la desgracia de vivir en plena segunda guerra mundial, y de perder a su ser más amado en esta frente a sus ojos en unas llamas danzantes que parecen venir del mismísimo infierno, tiempo después Mahito se muda junto a su padre (voz de Takuya Kimura) a una zona mas profunda del país, alejándose así del peligroso Tokio, en el lugar ya lo espera su madre adoptiva que ya esta embarazada y que no es otra que su tía (voz de Yoshino Kimura), hermana menor de su madre fallecida, esto junto a estar en una casona llena de criadas ancianas, y el bullying sufrido en la escuela por causa del dinero de su padre - que sale de la guerra - hacen que la vida de Mahito sea insoportable.

Algo que se hara mucho peor cuando empiece a escuchar a su madre pidiendo auxilio, y una garza lo acose sin cesar reclamándole el no ir a salvar a su madre quien todavía esta viva, la garza va cambiando su apariencia haciéndose antropomórfica, con unos dientes y lengua que la hacen aparentar salir de la peor pesadilla posible, el chico no hará caso y se enfrentara a esta consciente de que es un engaño, pero al mismo tiempo sera llamado por una misteriosa torre construida alrededor de un meteorito y que obsesiono en su momento a un tio abuelo muy lejano, al grado de desaparecer un día presumiblemente dentro de ella, incluso su madre de pequeña desapareció un año entero, dentro de la torre, sin ninguna señal de que hubiera pasado un tiempo fuera de casa, el cada vez más lacónico Mahito se hace más huraño y hosco, llegando al grado de lastimarse el mismo y negando cualquier interacción con su nueva madre, pero cuando esta desaparezca yendo hacia el bosque el chico sentirá la responsabilidad de rescatarla, aun cuando la entrada tenga la misma inscripción de la del infierno de Dante.

En ese mundo de fantasía tendrá que enfrentarse con unos periquitos idénticos que siempre tienen hambre, con unos pelicanos hambrientos que no dudan en devorarlo, con la mismísima Garza capaz de presentar un espejismo muy doloroso, con una profesional trabajadora Kiriko (voz de Ko Shibasaki) que se encarga de que los Wara Wara (unos seres blancos como pelotitas con extremidades apenas apreciables) puedan madurar para convertirse en almas humanas, la pesadilla de ver a los pelicanos devorar a los estos y a Himi (voz de Aimyon) salvarlos quemando a varios de por medio, la desgarradora escena del parto y ese alegato final, donde el tio abuelo (voz de Shohei Hino) desaparecido le confiesa que él es el creador de este mundo, y que necesita un sucesor que continúe su legado, todo esto con una animación majestuosa, basta ver a la pesadillezca garza, su transformación, los espíritus de los muertos en ese mar, la dolorosa escena inicial, el parto, las ranas, o la destrucción del mundo para quedar perplejos, todo acompañado por una bellísima música de Joe Hisaishi, y aunque es la más digresiva de las películas de Miyazaki, y la mas simbólica, lo cierto es que uno no puede dejar de admirarla, como una suma de todas las ideas y obsesiones que han habitado su mente.

Lo que a todos queda claro es que es una analogía de la etapa de duelo, el como Mahito lo vive dentro de su mente, o incluso como el mundo entero le ayuda a lidiar y aceptarlo, tenemos los mensajes de madurez, los siempre bienvenidos mensajes antibélicos y ecológicos que nunca faltan en las cintas de Miyazaki, y hasta una aceptación a esas costumbres japonesas que ahora se ven casi como barbáricas, pero dentro de todo este dolor que tiene nuestro protagonista - que incluso se lastima a si mismo como muestra de como todos cargamos con traumas y recuerdos que nos marcan para siempre - también tenemos momentos de reconciliación y amor, la conciliación con el fuego ahora mostrado como algo bueno, el simbolismo de lo difícil, doloroso y aleatorio de la vida en esa festín macabro, y la ambigüedad de cada persona cuando el pelicano moribundo se confiesa, la reconciliación con su presente en forma de madre y hermano, la aceptación de lo inevitable con esa niña que sabe su futuro.

La critica al nuestro sistema, a la misma sociedad, con esos periquitos que a pesar de tener diferentes colores, piensan y reaccionan de la misma forma, sin identidad propia y solo buscando satisfacer sus necesidades y glotonería, es decir, los pericos somos nosotros mismos, que actuamos sin pensar e incapaces de apreciar el arte y lo que le da valor a la vida y alimenta el alma, y por supuesto el simbolismo del arte del maestro Miyazaki, que sabe que su tiempo se esta agotando, que no tiene nadie que continúe su legado, y que acepta con resiliencia su destino, cada quien es libre de hacer lo que desee, y solo queda esperar que el maestro tenga el tiempo y la resistencia suficientes para seguir apilando piedras y crear mundos capaces de motivar nuestra imaginación, iniciar el dialogo y alimentar nuestro espíritu como lo ha hecho durante tanto tiempo.

Calificación: Bastante Bien

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