Juliet (extraordinaria Sydney Sweeney) ha vivido toda su vida bajo la sombra de su hermana gemela Vivian (Madison Iseman) que es mejor que ella en piano a pesar de que solo comenzó a practicar por acompañarla, es más desenvuelta, segura, popular, atractiva y tiene un novio al que Juliet ve a cada rato de reojo, la cosa es tan drastica para ella que hasta sus padres intentan animarla dejando claro que es la menos talentosa, cuando no sea aceptada a la mas prestigiosa escuela de música de EU y su hermana si sera el punto de quiebre, de vuelta en la academia la chica encuentra un extraño cuaderno con apuntes y dibujos donde viene escrito "El Trino del Diablo" de Giuseppe Tartini donde cuenta la leyenda que la aprendió del mismo Diablo, al tocarla comienza a vivir una serie de sucesos que parecen estar relacionados con los demoníacos dibujos del cuaderno, pero también comienza a mejorar de tal manera que pasa a rebasar a su hermana y robar la atención y el respeto que siempre deseo.
El detalle es que con ello la personalidad de Juliet comienza a cambiar, hasta llevarla de ser una tímida muchacha con mirada resignada y resentida a una pedante chica que no se detiene ante sus deseos y con ansias/ambiciones de idolatría desmedidas, el guion del director Zu Quirke apuesta por la ambigüedad y nunca explica si esta era la verdadera personalidad de la protagonista o el libro la cambia, la misma ambigüedad que existe entre la realidad y la fantasía que parecen converger solo en la mente de la chica, todo esto con una dirección pulcra y una buena fotografía, y por supuesto lo mejor de la función, la banda sonora llena de música clásica que nos alimentan el alma, y es que en la mejor escena de la cinta el maestro Cask (un perfectamente detestable Ivan Shaw) que esta no es música de moda de un adolescente analfabeta que suelta improperios con una caja de sonidos sino que es la representación del esfuerzo y mientras existan personas que valoren esto, no desaparecerá.
Una interesante cinta que deambula entre "Whiplash", "Suspiria" y "Black Swan", nunca llega al nivel de ninguna de las mencionadas pero pone sobre la mesa la búsqueda de la perfección, la rivalidad entre hermanos que puede llegar a limites insostenibles, el ambiente ¿malsano? de las exigentes escuelas musicales, y por supuesto ese viaje de lograr algo a costa de la alma que deja siempre pensando que no vale la pena y que el diablo siempre encuentra la manera de hacer trampa, ademas como ya señale Sydney Sweeney esta fabulosa, tanto como para poner atencion a su carrera de aqui en adelante, lo mismo que Zu Quirke que demuestra que puede mostrar un ambiente malsano, sacar lo mejor de sus actores, escribir con mucha mala leche y entregar algunas escenas de terror bastante logradas, presumiendo un final esplendido.
Calificación: Vale la Pena
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