Un grupo de presos le dan una tunda a un pobre diablo en una escena que se mimetiza con una estudiante adolescente sufriendo abuso en la escuela, con esta poca imaginativa metáfora comienzan los directores Jonathan Milott y Cary Murnion su tercer largometraje, "Becky" que queda por debajo de su opera prima "Cooties" que es mucho mas subversiva y con humor negro, en lo que siguen estando bien es en la puesta en escena que a pesar de saberse con poco presupuesto logra cosas interesantes, y por supuesto lo que mejor saben hacer, la elección de actores, si en "Cooties" tomaron a Elijah Wood y Alison Pill aqui hacen lo propio con la joven scream queen Lulu Wilson y el siempre bonachón comediante Kevin James, y como en aquella de nuevo invierten los papeles, por lo que lo que termina siendo mas interesante de la cinta es poder ver a los actores salirse de su zona de confort y demostrar que pueden hacer mucho mas de lo que han demostrado.
Aquí Lulu Wilson deja de ser la niña dulce y tierna que se enfrenta a espíritus malignos y demonios, con esos ojos expresivos que le van tan bien cuando se asusta, para cambiar totalmente el registro y ser una repulsiva adolescente iracunda que cada vez nos parece mas repelente, es decir la chica del titulo, Becky, en tanto Kevin James deja de ser el buenazo de siempre para convertirse en el líder neo nazi de una banda de prófugos que salieron de la cárcel para ir a buscar un mcGuffin que supuestamente demostrara de una vez por todas que las razas son diferentes, esa es la excusa de la historia pero la realidad es que el guion solo trata sobre la adolescente frustrada Becky, una niña que quizá, como vemos en esos flashbacks excesivos, fue una niña dulce pero que la muerte de su madre y el que su papa sea un cabr0n que a la primeras de cambio ya tiene novia negra con hermanastro incluido para casarse de inmediato la tienen desquiciada.
Sumemosles la escuela, las hormonas, y finalmente la psicopatía de Becky que pronto muestra que no solo es un enojo lo que tiene sino un problema serio y que todo ese asunto de violencia, ataque de delincuentes, tortura, muertes llamativas y demas loqueras solo ocultan su verdadera personalidad, algo que queda reforzado en ese final donde Becky demuestra que no le interesa salvar a nadie ni hacer el bien, de hecho quizá desatar el caos o ser la reina no estén nada mal, lo mejor en una cinta que se deja ver pero que no ofrece mayor cosa que las dos interpretaciones principales y el terror verdadero del cuerpo imponente de Robert Maillet.
Calificación: Palomera