Queda claro cual es la intención de Contenti con esta película, ambientada en una noche tormentosa de 1993 en un cine opera grandísimo de esos que ya no existen y que parecen teatros antiguos, con unos pocos incautos que entran a la ultima función y con colores chillantes y sonidos estridentes de sintetizador mientras la cámara sigue a un encapuchado que carga un maletín rojo a plena función, Contenti realizo una carta de amor al genero de terror, en especifico al Giallo italiano más que a su primo más conocido, querido y joven, el slasher, respetando las reglas del genero y hasta su puesta en escena debo admitir que la cinta tiene una belleza alucinante, con ese rojo que impregna todo a su alrededor y que no parece dar descanso, no solo en la sangre ya que sus luces y decorados lo son también, como premonición de lo que ocurrirá, un juego que ya ocurre con el horóscopo del periódico.
Ana (Luciana Grasso, bastante bien) llega a reemplazar a su viejo padre para que este pueda descansar de sus larguísimas jornadas laborales, ahí la chica intenta estudiar aunque el guardia no cesa de hablar, parece una sencilla tarea hasta que uno de los espectadores (Ricardo Islas) revela su verdadera naturaleza y comienza a despacharse a los espectadores homenajeando el genero, hasta que descubran que sucede y los sobrevivientes luchen por su vida, los espectadores son también un homenaje en si mismos a los visitantes de los cines en diferentes etapas de la vida, desde el niño pequeño que se esconde para ver su primera película de terror, pasando por el grupo de adolescentes ruidosos, los pubertos besucones, la pareja calenturienta, el señor dormilón y el refunfuñón que es el único que quiere ver la película como Dios manda, de igual manera los planos y la cámara se usa como en el giallo, con todo y rostro escondido del asesino hasta el clímax final.
Otra cosa a aplaudir es el uso de los efectos especiales, el uso de efectos especiales prácticos logran que todo se sienta realista y crudo, no hay computadora, solo sangre, piel desgarrada, y cuencas vacías, sin que en ningún momento se rehuya a la violencia más explicita o al gore, es cierto que el final se alarga quizá en demasía, y que las actuaciones son justitas en su gran mayoría, pero Grasso lo hace bastante bien y Julieta Spinelli le cambia bien de tonos en su actuación, y por supuesto siguen aquí las reglas del genero, el castigo a los pecaminosos, la protagonista "final girl" moralmente superior, y el azar tormentoso por encima de todo mientras las notas nos ponen de punta, los colores nos llenan la pupila y los poderosos planos nos emocionan, casi uno regresa a la etapa que vive el pequeño niño que se colo a la función, antes nos tapábamos los ojos para ver en apenas una rendija entre los dedos la pantalla impregnada de rojo, y como el mismo pequeño ahora miramos fijamente la violencia, la sangre y la muerte, nos causan el mismo terror que la primera vez, pero como entonces no podemos dejar de ver.
Calificación: Bien