14/11/22

Cinecritica: Verano del 84

"VERANO DEL 84" ("SUMMER OF 84", CANADÁ, 2018) DE ANOUK WHISSELL, FRANCOIS SIMARD Y YOANN KARL-WHISSELL
Las devastadoras palabras finales que suelta la narración de voz en off del protagonista, "los asesinos seriales también tienen vecinos", tienen un significado muy diferente a las que tenían en un inicio cuando el fanático conspiranoico Davey (Graham Verchere) se emociona después de que cierta situación, un cuarto cerrado con candado en el sótano de su vecino, le hacen sospechar que él está detrás de las desapariciones de los adolescentes de la zona que ahora decoran con un dejo amargo los empaques de cartón de las leches, siempre sonrientes aunque sus padres nunca los encuentren, el chico ve esto como una aventura que lo puede sacar del tedio en ese verano del 84 donde las vacaciones son largas y los juegos físicos, para ello convence a su grupo de amigos, el gordo buenazo Woody (Caleb Emery), el nerd Curtis (Cory Gruter-Andrew) y el rudo Tommy (Judah Lewis).

El policía condecorado y vecino perfecto Wayne (Rich Sommer, bastante bien) es un sospechoso muy apetecible y desesperante a partes iguales, lo mismo compra una cantidad ridícula de químicos sospechosos como ayuda a los vecinos, ve a los niños jugar mientras ríe o tiene el mejor jardín de todos, así los cuatro amigos buscan pistas y hostigan al vecino mientras nosotros mismos dudamos de la verdad ¿será que el paranoico Davey sólo busca una excusa para armar una aventura imaginaria? ¿El perfecto Wayne se porta así porque es culpable? La cinta avanza de tal manera que abandona el humor para abrazar la turbiedad de manera desvergonzada, justo como esos cartones de leche tan lindos esconden una naturaleza más oscura.

El grupo de amigos se siente natural, la producción de esos años está muy bien cuidada con todo y las limitaciones de su naturaleza independiente, la banda sonora ochentera es muy buena y el final es lo suficientemente tenebroso como para causar escalofríos, pero la cinta tiene algunos problemas en su ritmo, en la parte central se vuelve reiterativa y el romance forzado que vemos parece tratar de cumplir una fantasía adolescente con niñera incluida de la mano de una desaprovechada Tiera Skovbye como Nikki que un personaje real, eso sí, el final no tiene desperdicio, ni su clímax con todo y resolución realista con dos amigos tomando su propio camino y mucho menos el doloroso epílogo que pega como un mazo y que más que mostrar esos peligrosos años ochentas donde el peligro era pan de cada día y aún así se dejaba la puerta abierta de las casas nos dice que el que juega con monstruos, encuentra lo que buscaba, para bien y para mal...

Calificación: Bien 

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