En su opera prima "Venganza del Más Alla" ("Revenge") la directora y guionista Fargeat ya se regodeaba en el muy voluptuoso cuerpo femenino de su protagonista Matilda Lutz para luego hacernos pagar por deleitarnos la pupila voyeristamente, cambiando esos planos nalgales de la chica por su cuerpo mancillado, moreteado, abierto y lleno de heridas que culminaba en un baño de sangre, creo que fui de los pocos que disfrute tanto esta fantasía feminista, pero en su momento la estética y cinematografía de la directora me ganaron la partida por encima del sencillo mensaje, esta vez lo hace nuevamente, pero va mucho más allá, es una apuesta más grande y por ello más arriesgada, ademas de que su mensaje se ha vuelto más importante, comprometido y polémico, y su apuesta estética se pasa de rosca, tanto que resulta hipnótico ver esta locura sobre la belleza, la sociedad, la industria del entretenimiento y el amor (y desamor) propio.
Elisabeth Sparkle (Demi Moore, perfecta) es una antigua actriz venida a menos que de ser apreciada, amada y aplaudida ha terminado haciendo un programa mañanero de aerobics, algo como lo que le paso a su estrella de la fama que poco a poco fue cayendo el olvido hasta agrietarse, un astuto inicio que ya nos dice todo lo que necesitamos saber, en su cumpleaños numero cincuenta Elisabeth aparte de las felicitaciones recibe la noticia de su despido, ya esta vieja, arrugada y flácida dice cínicamente el despreciable Harvey (Dennis Quaid adecuadamente caricaturizado) para después informarle mientras come camarones de forma asquerosa, lo único que recibe la antigua gloria son unas rosas con un mensaje devastador, en medio de esto le toca ver en directo como quitan su espectacular por lo que termina chocando y en el hospital un apuesto joven le pasa sin decirle una usb donde viene una información que puede cambiar su vida.
La sustancia del titulo, y aunque al inicio se muestra desconfiada decide darle una oportunidad a esa atrayente voz que le dice que recoja el kit en cierto domicilio donde para entrar uno debe arrodillarse, ahí viene un liquido que debe inyectarse para poder tener una versión perfecta de si misma, por lo que cuando esto suceda de la espalda de Elisabeth nacerá Sue (extraordinaria Margaret Qualley), una versión no solo joven sino potenciada de Elisabeth que pasara a ser la matriz, esta "nueva" Elisabeth, su otro yo, sale a la calle y llama la atención de todo el mundo, consigue el trabajo que su original perdió y logra hacer ese programa matutino todo un éxito, ante la fascinación del patán de su jefe y de todo el publico que se rinde ante ella y sus curvas, esas piernas largas y torneadas, esas nalgas en primer plano, los close ups a su vientre plano, los pechos redondos que rompen la ley de la gravedad, la piel de porcelana y esos ojos azules penetrantes que resaltan aun más una sonrisa angelical.
Esta claro que Fargeat se regodea en el cuerpo de su protagonista, nos lo muestra, lo avienta a nuestra cara, y nosotros como buenos voyeristas respondemos viendo atentamente, sin distraernos, la película es magnética aun a pesar de que sabemos que ocurrirá, y es que no es difícil entender que Elisabeth/Sue no seguirán las reglas impuestas, el uso de la sustancia una sola vez, el switcheo semanal donde jamas debe pasarse de siete días, el uso del estabilizador, el respeto del tiempo de comida, por lo que cuando a Sue comience a ganarle la ambición y el hambre por la vida comenzara a romper las reglas, afectando sin regreso el cuerpo de Elisabeth que no es capaz de dejar de hacer el cambio porque solo vive a través de esa versión joven, popular y exitosa de la que no puede saborear las mieles, porque una es independiente de la otra y apenas y tienen atisbos de recuerdos mostrados como sueños/pesadillas.
Pero esta claro que son la misma persona, un solo ser, como se lo repite una y otra y otra vez la voz del teléfono cuando se quejan una de la otra, una simbiosis toxica de la que no pueden escapar, porque se odian cada vez más, Sue no respeta las reglas porque quiere vivir egoístamente, Elisabeth se la pasa en su casa tragando y viendo televisión para martirizarse, después de todo ya no es capaz de vivir más que a través de su otro yo, algo que queda patente cuando no puede salir con el único hombre que no es un patán porque se siente insegura, odia lo que ve en el espejo, se cubre cada vez más y en su reflejo ve maximizados los defectos, por supuesto esta relación de amor-odio solo puede terminar de una manera, y es donde Fargeat se avienta con todo, se sale de madres y deja esos estilísticos encuadres simétricos a lo Kubrick - pero sin dejar de usar su estilo - para abrazar a Cronenberg con aberraciones body horror que nos obligan a quitar la mirada.
A lo que debemos preguntarnos ¿esto es justo? no la quitamos mientras los bellos cuerpos bailaban sensualmente, ni cuando se cosificaba el cuerpo femenino, ahora que vemos a lo que ha llegado para tenernos contentos ¿merecemos quitar la mirada? por supuesto que no, así lo piensa la directora, bebiendo del estilo de Hitchcock, tenemos lo que merecemos, justo como la protagonista y hasta el publico ávido de ese estándar de belleza que resulta empapado en porquería y culpa, el mensaje es claro, si en su anterior cinta Fargeat criticaba el estándar de belleza aplaudido por el patriarcado que ademas sentía que podía hacer uso de el como quisiera y cuando quisiera aquí va más lejos, Elisabeth no es una victima - o por lo menos no solo una víctima - sino parte del problema, una mujer que acepta, abraza, defiende y vive en ese sistema donde la belleza, la estética y sexualidad de una mujer definen su valor.
Por supuesto que también deja mal parados a los hombres, el que no es una caricatura es un cobarde que sale corriendo al primer problema, es grosero y hasta violento con la original demostrando que no le importa la persona o de plano es un payaso aventado como el vecino, solo el eterno enamorado puede medio escaparse pero demostrando ser un arrastrado al que solo pueden pensar pelar en la etapa más baja de su vida, en tanto que la sustancia es cualquier situación, acción u herramienta que usemos para no aceptar el paso del tiempo, sea en el cuerpo o las épocas, llegando al grado de que si nos extralimitamos nos convertimos en monstruos, principalmente para aquellos a los que queríamos tener contentos, Fargeat se lanza sin red en una locura donde hasta incluye salmos por medio de un numero recurrente y (nos) hace pagar a todos los voyeristas con horror corporal en primer plano, cuerpos derruidos, pedazos cayéndose, monstruos Cronenbergnianos y baños de sangre hasta un sádico final que no podía ser de otra manera.
Calificación: Notable