Al inicio de esta cinta vemos a una familia que parece presumir una bella dinámica familiar con vecinos que los estiman incluso admiran, pero la impresión dura poco ya que Gracie (una fascinante Julianne Moore) le recuerda a su marido Joe (Charles Melton, esplendido) cuantas cervezas lleva - "ya llevas 2" - con ese inconfundible tono de voz y mirada que uno esperaría de una madre, para luego pasar a un close up que se siente ridículo con la madura mujer casi sesentona soltando dramáticamente que no le alcanzaran las salchichas para la reunión, algo que se nos enfatiza cuando vemos que están asando muchísimas, está claro que la vida idílica, casi utópica de Gracie necesita algo de sal, un poco de drama, que para esta mujer viene recetada en dosis de ridiculeces de ese estilo, algo que se repite cuando le cancelan un pedido de pastel que aunque vaya a ser pagado se tirara a la basura, a lo que el dedicado marido treintañero debe consolarla y de paso comerse el pastel para que no se desperdicie haciendo gestos y diciendo palabras de aprobación para la enfermiza Gracie.
Mucho antes de esta escena ya quedo claro (por lo menos a un servidor) que Gracie es un monstruo manipulador, controlador y enfermizo, de tal forma que toda su vida tiene que ser justo como ella dice, a sus tiempos y con sus decisiones como única palabra, sin que le importen los sentimientos, gustos, y daños que pueda causar a las personas a su alrededor, pero la persona que se está mimetizando con ella no canta mal las rancheras, de hecho la pedante actriz Elizabeth (Natalie Portman, majestuosa) no es solo que copie los manierismos, gestos, movimientos, dicción y maquillaje de la elusiva Gracie, sino que ella misma en si es una especie diferente de arpía, pero cortadas con la misma tijera, mujeres necesitadas de atención, ambiciosas, que necesitan ser el centro de todo y con tal de lograrlo son capaces de hacer lo que sea, ya que la moralidad no tiene cabida en su mundo donde sus metas y deseos es lo único que importa.
Volvamos al inicio, después de que hemos conocido el mundo idílico pero dramáticamente ridículo de Gracie y a su invisible marido vemos llegar a la actriz Elizabeth, que recoge un paquete para luego entregarlo a los dueños de la casa, quienes de inmediato, debido a la experiencia y un sexto sentido mencionado por Gracie, sospechan que dentro del mismo hay mierda, algo que no les alarma, ni les incomoda, ni le sorprende, todo lo contrario, cada vez llegan menos de estos comentan mientras le restan importancia, después ve como esta pareja con 23 años de diferencia parece vivir un matrimonio perfecto, romántico, hermoso, despilfarrando miel y cariño, una vecina le advierte a la actriz que no los dañe porque son muy buenas personas, en tanto Elizabeth no puede entender como pueden estar juntas estas dos personas cuando claramente es una historia de abuso y manipulación.
Elizabeth quiere, necesita entender la psique de Gracie y por ello cual si fuera un investigador la interroga, le hace preguntas a su marido, vive la vida de la superficial mujer, conoce a sus distantes hijos (de ambos matrimonios), platica con su ex esposo, conversa con sus vecinos, con el abogado, y hasta con el espantado dueño de tienda donde los cacharon y que dio comienzo a esta locura, una tienda de mascotas donde la narcisista Elizabeth no duda en tratar de sentir el morbo, la adrenalina y el éxtasis que vivió la propia Gracie hace tantos años, en cada uno de estos encuentros y en cada escena se muestra más de la faceta de los tres protagonistas y los secundarios que se ven afectados por esta dinámica familiar que se ha vuelto más enfermiza desde que la copia de Gracie entro en la familia y el pueblo.
Esto Haynes lo muestra de manera extraña o por lo menos extravagante, con un estilo casi de telefilme dramático con todo y fotografía sencilla, casi granulada, que deja descansar la presión de todo en el reparto, con esas tomas largas, pero no por ello sencilla, sino que Haynes logra clase y muchas imágenes interesantes, como ese momento del espejo donde podríamos entender que la mimetización ha concluido, o la escena también con espejos de la tienda donde la hija esta escogiendo vestido de graduación, y la manipula de la peor manera posible, con halagos que resaltan sus defectos al tiempo que la imagen ya solo deja ver la cara de Elizabeth pasando de la estupefacción al más puro terror con un poco de asco, y es que la veta manipuladora y controladora de Gracie se deja ver durante toda la película, pero se hace sutilmente, con una mujer que trata a su marido como un niño dándole ordenes e indicaciones en todo momento.
Que no meta tal cosa al cuarto, que se ha tomado tantas cervezas, que huele a carbón pero en realidad es humo al acostarse en la cama llegando al grado de llorar por ello, que si se tardó mucho caminando con la actriz, lo mismo ocurre con los demás integrantes de la familia, que si el chamaco tiene déficit de calcio y debe beber leche con la comida, que si la muchacha quiere comprar un vestido que ella no eligió, que si les regala a sus hijas una báscula por su graduación porque es una costumbre familiar, y muchos detalles más que solo se pueden ver si uno presta atención, pero que incluso sin notarlos la película no pierde fuerza, eso sí, gana dividendos porque son sutiles pero con una carga poderosa, el hecho de que en un restaurante caro los dos hombres, padre e hijo, coman hamburguesa, demostrando que Joe nunca maduro, la extraña relación de Joe con sus hijos cual si fuera un hermano mayor algo ñoño, la dicción aniñada de Gracie que es mal copiada por Elizabeth demostrando que no es tan buena actriz como piensa, el largo monologo enfermizo que nos muestra la psique de ambas mujeres perturbadas.
Los simbolismos de las mariposas monarcas como esas ansias de libertad en la esclavitud inconsciente que vive el pobre diablo inmaduro de Joe, el simbolismo de la serpiente como representación directa de esas dos mujeres capaces de hacer lo que sea con tal de lograr sus fines, y por supuesto, esa larga explicación de las escenas sexuales que muestran que el narcisismo de Elizabeth la hacen no solo un espejo de la depredadora Gracie, sino un ser humano demasiado parecido a ella pero en diferentes circunstancias, con diferentes cualidades y virtudes, por ello cuando las palabras finales de Gracie destrozan el poco entendimiento que tenía Elizabeth de ella, con esa música dramática de Marcelo Zarvos, no sabe cómo reaccionar, aunque para nosotros está claro, Gracie es mucho mejor actriz que la propia Elizabeth, y en medio de ellas el pobre diablo enjaulado de Joe que es manipulado y controlado por ambas sin que tenga la fuerza para escapar, porque desde pequeño le arrebataron el control de su vida, y ahora no se anima a hacerlo solo, nadie le ayudara como él hace con sus mariposas, y a diferencia de estas Joe no se anima a hacerlo, el temor a que le arranquen las alas es demasiado, en su defensa ¿quién no le temería a la cabrona que tiene por esposa/madre?
Calificación: Excelente