El día 23 de junio un grupo conformado de futbol infantil termina su entrenamiento, es el cumpleaños de uno de ellos al que esperan con un pastel de un personaje de caricaturas, deciden ir a la cueva de Tham Luang antes de la reunión y solo uno se retira, el entrenador decide acompañarlos y entran aproximadamente a las 3 de la tarde al lugar, comienza a llover sin que se den cuenta y cuando los padres van en busca de ellos al anocheces descubren que la cueva esta inundada y que es imposible pasar, a partir de este momento veremos la crónica de los intentos por salvar a los doce chicos y su entrenador, las treces vidas del titulo, por parte de las autoridades Tailandesas, de expertos de todo el mundo, de civiles tailandeses, y de más de cinco mil voluntarios que llegaron al lugar para ayudar sin pedir nada a cambio, y Ron Howard muestra este hecho de muy buena manera, sin histrionismo, ni melodrama, sin momentos de heroísmo barato, ni chantajismos de ningún tipo, resulta increíble el profesionalismo y respeto que tiene para los protagonistas del hecho real, solo por ello la cinta ya resulta valiosa.
Sumado a que el aspecto técnico es impecable, una fotografía claustrofóbica donde siempre sabemos donde estamos o que sucede, con la tensión, estrés y ansiedad en todo momento transmitido por un reparto extraordinario donde incluso las grandes estrellas desaparecen para mostrarnos a la persona real que vivió el suceso, la banda sonora es buena y nunca estorba, en momentos indicados desaparece, y el montaje es impecable, con un sentido narrativo exquisito, parece que Howard sigue madurando y entregando mejores productos pero conservando esa virtud de que no impone su sello por encima de la historia, algo que cada vez le agradezco más en estos tiempos de sellos productores que entregan tortillas y supuesto cine de autor que parecen berrinches de niños, Howard parece uno de esos artesanos de antes, especialista en nada pero expertos en todo.
En cierto momento clave de la cinta uno de los padres de los niños atrapados les dice a los militares responsables que no sabe si su hijo sigue todavía vivo pero que por lo menos le entreguen su cuerpo, esto se suelta así sin más, no hay close ups, ni montajes de todos los rostros desencajados, no escuchamos música emotiva en volumen alto, y justo por ello queda más en la memoria, el director decidió no chantajear ni mostrar patetismo de ninguna manera, y por ello la cinta funciona como una emocionante y desesperante crónica de hechos reales sobre este grupo atrapado en una cueva de kilómetros de largo a la que es imposible accesar, pero la decisión no podía ser otra con los héroes reales que presenta la cinta, que parecen salidos de una cinta hawksiana, profesionales ante todo, sin mentir, reacios, dispuestos a todo, pero conscientes de que solo hacen su trabajo, por lo que durante dos horas y media que se pasan como un suspiro y donde tuve mojados los ojos durante un buen tramo vemos estos héroes verdaderos.
Y es que tengo cierta debilidad por estos héroes, que no se jactan, que no sueltan discursos, que no hacen las cosas por ser reconocidos, solo se dedican a hacer bien su trabajo y a preocuparse/esforzarse lo más posible, sin hablar de los demás, y siendo empáticos, ya sea el ingeniero que llego solo para desviar el agua que cae en la superficie de la montaña y se filtra por agujeros, sea el experto de la montaña que le enseña la geografía y salva el día con unos bambús, sean los miles de voluntarios que estaban trabajando incansablemente en plena lluvia torrencial del monzón, sean los granjeros que perdieron sus cultivos, su sustento sin chistar ni debatir "si puede ayudarles son suyos", sean los marinos que arriesgan sus vidas, los padres que están ahí apoyando y rezando, sean los buzos expertos que van al lugar jugándose la vida incansablemente mientras sufren crisis nerviosas por el estrés y la presión, o los mismo gobernantes que son capaces de mentir a todos en su cara, por primera vez para algo bueno.
No quiero dejar de mencionar a los actores, Viggo Mortensen como Richard Stanton, un hosco hombre de pocas palabras y que se muestra como practico al grado de no tener empatía pero es un excelente ser humano en realidad, el conciliador John Volanthen interpretado por un Colin Farrell que cada vez crece más como actor, mostrando a este padre preocupon y humano de la mejor manera, el viril Jason interpretado por Paul Gleeson que con pocas palabras y una mirada penetrante sabemos que piensa, el Chris Jewell de Tom Bateman como un joven y empático buzo muy talentoso, y el Dr. Richard Harris actuado por Joel Edgerton, que es pieza clave del rescate y que demuestra mucho con pocos ademanes, de igual manera los actores tailandeses lo hacen formidablemente (Pattrakorn Tungsupakul), y el rescate final es tan jalado de puntas que si no fuera verídico no lo creería, resulta emocionante, tensionante, todo un carrusel de ansiedad que se ve bien recompensado, cine como el de antes, cine en estado puro.
Calificación: Muy Bien