Cuatro socios fundadores de una empresa de aplicaciones tecnológicas se reúnen para decidir cómo afrontar la evasión de impuestos y fraudes fiscales que han perpetrado durante años, para ellos les ayudará el experto mediador José (Manuel Morón), así que seremos unos testigos voyeristas de una platica-conversación que después se convierte en debate, deriva en alegatos y culmina con todo mundo sacando los trapitos sucios de los otros para salvar el pellejo poniendo en contra a los demás, ya que la única opción que ven factible es que uno de ellos tome la responsabilidad y pague con 7 años de cárcel, siendo recompensado por ello por supuesto.
Así, lo que debería haber sido una reunión para buscar soluciones se convierte en la búsqueda de un chivo expiatorio, primero dizque viendo quién es el menos indispensable pero culminando con ver quién es peor ser humano o quien le ha hecho más daño a los otros tres, por supuesto nadie es una perita en dulce, no puede serlo el cero a la izquierda y genio informático Luis (Paco León, bien) que ha tapado a todos y tiene algunos pecados, pero que tiene una madre enferma alega, ni el jefe de cuentas Carlos (Juan Pablo Raba, bastante bien) que ha desfalcado a la empresa y solo se dedica a darse buena vida, menos aún la jefa de finanzas Vero (Juana Acosta, bastante bien) que ha pellizcado billetes, y mucho menos el CEO Marcel (Alex Brendemühl, muy bien) que es un sociópata manipulador que se ha aprovechado de todos y de todo.
Vemos con interés como se destapan los pecados, los amoríos, los secretos, los robos y de lo que se acuerden con una dirección impecable con un ritmo muy ágil que cambia hábilmente de planos estáticos a primeros planos y hasta largos planos secuencias, con actuaciones muy buenas y que a pesar de su aire teatral sale avante dándole ese toque cinematográfico, eso sí, el formato parece televisivo, pero es un mal menor en una cinta tan ácida, misántropa y morbosamente entretenida.
Calificación: Bastante Bien