Visitamos la casa de los Blackwell, una pareja que muestra con dolor pero algo de emoción la habitación de su hijo Dominic, un risueño pequeño aficionado a los Dodgers y a Bob Esponja que desgraciadamente falleció en un tiroteo escolar, los padres sufren, pero se dan el lujo de bromear incluso en un detalle que demuestra un amor inconmensurable, cuando su madre enseña riendo y llorando que no han lavado el cesto de la ropa sucia, ya que huele a él, pero si la ropa interior y calcetines porque estaban asquerosos, es un momento que rompe la solemnidad, pero justo por ello causa más dolor, para presentarnos un dato devastador, desde 1997 los tiroteos escolares han crecido de 17 a 132 por año, una locura, una horrorosa locura.
Steve Hartman es un periodista que se dedicaba a la buena vibra, a esos reportajes buena onda que despiden los noticieros, notas curiosas y optimistas que intentan quitar el mal sabor de boca de las noticias de guerras, crímenes, inmoralidad y desigualdades, incluso los hacía sobre el lado "amable" de los tiroteos, el chico que actuó de forma valiente por ejemplo, pero cierto día, descubrió que ya a nadie le importaban, los normalizaron, y supo que algo de culpa venía de él mismo, ya que blanqueaba estas desgracias, desde ese momento decidió hacer un reportaje opuesto, siete años de visitar padres con hijos que fueron víctimas de estos sucesos, y escucharlos mientras su buen amigo y fotógrafo profesional Lou Bopp toma fotos de los cuartos del título, vacíos de la presencia de sus dueños, pero llenos de sus recuerdos, sus artículos, su tiradero, sus olores, imágenes y preferencias.
Los seguimos durante las últimas tres visitas, donde una pequeña carismática e inaguantable, Hallie, fue víctima hace dos años, con sus padres recordándola con afecto y orgullo, y sus hermanos quejándose de lo enfadosa que era, para romper a llorar o batallar al decir lo que sienten por ella y la clase de persona que es, de ahí vamos a Texas, donde el cuarto de Jackie también se mantiene pulcro, justo como lo dejo, a excepción de una silla junto a su cama qué su padre usa a diario para hablar con ella, lo entendemos perfectamente, y duele aun mas con ese video que lo hace quebrarse donde la pequeña piensa que puede casarse con su papá, Gracie es la última parada, una chica desinhibida, que amaba cantar, presentarse frente a sus padres, grabarse, escribirse cartas a si misma, y se debatía entre dos outfits para el baile al momento de su deceso.
Escuchamos a los padres, Hartman si acaso les pregunta algo para que sigan abriendo su corazón, y Bopp se quita los zapatos en cada ocasión, porque lo entiende perfectamente, esos cuartos son sagrados para sus padres y no deben ser ensuciados por alguien como él, así que, escuchamos y vemos las vidas arrancadas de repente, sus gustos y anhelos, sus sueños y futuros, y los que tenían sus padres para con ellos, al final Hartman y Bopp entendió que los problemas no se evaden, y que debe aprovechar para pasar cada momento que pueda con sus hijos, sea en una llamada en medio del viaje, dejándose pintar las uñas por una pequeña adorable, o tomando una foto religiosamente cada día sin falta, porque a como están las cosas no se sabe cuando será el último día para disfrutar del amor y compañía de un ser querido, y no parece que vaya a cambiar esta terrible realidad con leyes rebasadas y moral perdida.
Calificación: Bastante Bien











































