12/5/19

Cinecritica: La Tumba de las Luciérnagas

LA TUMBA DE LAS LUCIÉRNAGAS (HOTARU NO HAKA, JAPÓN, 1988)
El joven Seita (Tsutomu Tatsumi) nos dice que murió el 21 de septiembre de 1945 y su espíritu es testigo de su desmejorado cuerpo tirado en la estación, a punto de morir, sin tener una idea de la realidad, despues su cuerpo es encontrado por los indolentes trabajadores que sin inmutarse encuentran muertos y hasta comentan que otro esta a punto de morir, y terminan aventando un empaque de dulces a donde sea, de este sale algo, una ceniza blanca que terminara siendo muy importante cuando sepamos que significa, ahora Seita es un espíritu y comienza su viaje a donde lo esperan sus seres queridos, el viaje ha terminado y es hora de emprender otro, en tanto a forma de flashback veremos la historia que lo llevo a terminar asi, una donde perdió la guerra mas importante que lidio en su corta vida, no era por honor, ni por su país, o por su nombre, era una guerra para otorgarle a su pequeña hermana Setsuko (Ayano Shiraishi) una niñez normal y feliz.

Muchos alegan que el mensaje de la cinta es anti-belicista a pesar de que el maestro Isao Takahata ,director y guionista de la misma, haya negado tal posibilidad, pero viendo el consenso general queda claro que el mensaje se da aunque no haya sido la intención del director, lo que es cierto es que estamos ante un drama de supervivencia de dos pequeños abandonados a su suerte por el destino y los adultos en un mundo que se ha vuelto cruel e indiferente a causa de la guerra, ya no importa vivir moralmente sino sobrevivir a como de lugar, no importa bajar la cabeza si ello les permite la oportunidad de una vida, pero mas doloroso, no importa hacer sacrificios con tal de que se logre la supervivencia, no importa que estos sean dos pequeños niños que no pueden valerse por si mismos, ya en el inicio de la cinta se nos indica la temática que tomara la cinta con esos trabajadores quitando a los muertos como levantar un papel tirado, la crueldad ha llegado a Japón de la peor manera, en forma de indiferencia total.

Y es que Takahata retrata fielmente la novela de Akiyuki Nosaka con una naturalidad que deja perplejos, Nosaka escribió la manera casi autobiograficamente cargando con el fantasma de vivir lo mismo y haber sido incapaz de salvar a su pequeña hermana, tenia claro el mundo que tuvo que vivir, la indolencia de las personas, la indiferencia de los adultos, los pueblos devastados, el cielo negro y la tierra derruida, pero Takahata también lo vivió, sufrió los bombardeos como Nosaka, tuvo que huir y vio los horrores de la guerra, algo les quedo muy claro, esta destroza el espíritu humano, o quizá solo saca lo peor de ellos, lo que se encontraba mas oculto en su ser, por ello la historia destila esta misantropia sin concesiones, aquí no hay buenas personas, ángeles o santos que lleguen al auxilio de los pequeños, solo hay crueldad por parte de todos los que conocen, aunque sea en diferentes formas y niveles.

Ya sea la cruel tia (Akemi Yamaguchi) que no duda en robarles el arroz e insultarlos cada minuto, o el violento granjero que le pone una paliza a brutal a Seita al descubrir que le roba en sus sembradíos, otro indiferente granjero que no quiere ayudarles porque el dinero no le sirve, el indolente doctor que le dice que la niña no esta enferma sino que esta muriendo de inanición sin siquiera inmutarse, o esos niños que se burlan tranquilamente de los que viven y comen tan mal, el mundo que habitan Seita y Setsuko no tiene piedad, como tampoco lo tienen los bombarderos que atacan día y noche hasta llevar a la paranoia a los japoneses, y sin bondad no hay salvación, no para almas indefensas como ellos, en pocas palabras asistimos a un mundo quebrado por el sentimiento de supervivencia donde la moral importa poco y el honor menos.

Pero esto no es asi para Seita que siempre soporta con orgullo los horrores de la guerra, con la esperanza de la victoria y su gorra en alto, creo que aquí Takahata también critica su sociedad que se rindió sin honor, que recibió a los norteamericanos con gusto casi prostituyéndose y que algunos hasta tomaron la derrota como burla como en esa afrentosa escena de un detestable tipo sonriente al decir que todos los marinos estan en el fondo del mar. Y por supuesto como Takahata lo vivió, y lo vio, el mundo no puede ser mas real, la animación nos lleva a ese terrible mundo y los trazos nos trasportan a la psique de una población que veía horrores sin fin, esos fondos con los pueblos destruidos, ese cielo negro, los cuerpos aquí y alla, los quemados cubiertos de vendas y atacados por gusanos, todo es tan realista que duele pero tan artístico que nos sorprende gratamente, en cuanto al sonido es impresionante, terminamos agachando la cabeza al escuchar ese pitido de los bombarderos que se acercan.

La banda sonora de Michio Mamiya es otra gozada, con temas melancólicos que acentúan lo que vemos sin que nos lo imponga, nunca estorba sino que ayuda a que las imágenes sean mas fluidas y bellas. Seita y Setsuko escapan de ese bombardero al inicio de la cinta pero aun asi su infierno esta a punto de comenzar, ya sea viendo de primera fila los horrores de la guerra, la crueldad de los familiares, la miseria de la humanidad, con esa tia que los aborrece, esos adultos que los abandonan, y esa sociedad que los ataca, al final solo queda la historia del pequeño Seita intentando salvar a su hermana mientras las desgracias le caen una tras otra en los hombros y casi percibiendo el inevitable final, pero no todo es desgracia, Takahata no se regodea ni victimiza y menos fataliza a sus protagonistas, les da una vida, les otorga personalidades y les da momentos de felicidad y gozo, ya sea comiendo un rico estofado y arroz blanco, visitando la playa o durmiendo alumbrados por luciérnagas en un ambiente surrealista que nos aleja de la realidad.

La animación es pulcra y exquisita, solo hace falta ver las escenas de las luciérnagas, ese rojizo cobrizo de los espíritus o la maestría técnica de los ataques para danos cuenta del gran nivel de detalle y perfección, y por supuesto esa maestría cinematográfica de Takahata que siempre innova sus planos, casi como para darnos una excusa a no rendirnos frente a una historia tan fuerte. Algunos critican que Seita no quiso trabajar y que la niña era muy pesada y llorona, a ellos les digo, no había trabajo en ese Japón arruinado y Setsuko solo tiene 4 años, no pidamos héroes infantiles a los que nos tiene tan acostumbrados occidente e incluso el anime, estamos ante una historia realista y biográfica que solo nos cuenta la lucha de dos personas por sobrevivir a como de lugar, a un entregado hermano que hace hasta lo imposible por salvar a su hermana y una pequeña niña que aun con todo el dolor sigue siendo bondadosa y empatica como en esa dolorosa escena donde se preocupa por Seita, una expiación de demonios de un Japón quebrado, una humana historia que nunca chantajea pero por lo mismo destroza el corazón, un muestra de honor y orgullo, una critica la naturaleza cruenta del humano, un hermoso poema fílmico y una gran oda al amor, todo eso y mas es esta obra maestra de animación.

Calificación: Excelente

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