Llega al burdel un cliente que tiembla como azogado, como azotado por una tremenda corriente eléctrica. Le explica a la madame que padece un parkinsonismo avanzado y necesita contratar los servicios de cinco pupilas. Escoge las cinco señoritas, sube a la alcoba, las cinco se desvisten y luego le quitan la ropa al extraño, convulso, acalambrado cliente. Luego él ordena: “Tú agárrame un brazo; tú, el otro brazo; tú, una pierna; tú, la otra pierna.” Y luego le dice a la quinta damita: “Tú, ponte enfrente…” Y cuando ella se pone a tiro él ordena: “Ahora sí… ¡¡¡SUÉLTENMEEEEEE!!!”
16/8/15
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