Cuenta una antigua leyenda judía que una vez un hombre muy rico fue a pedirle un consejo a un rabino. El rabino lo tomó de la mano, lo acercó a la ventana y le dijo: “Mira.” El rico miró por la ventana a la calle. El rabino le preguntó: “¿Qué ves?” El hombre le respondió: “Veo gente.” El rabino volvió a tomarlo de la mano, lo llevó ante un espejo y le dijo: “¿Qué ves ahora?” El rico le respondió: “Ahora me veo yo.” El rabino le contestó: “¿Entiendes la diferencia? En la ventana hay vidrio y en el espejo también hay vidrio. Pero el vidrio del espejo tiene un poco de plata untada en el reverso, y cuando hay un poco de plata en cualquier parte, uno deja de ver a los demás y comienza a verse sólo a sí mismo.”
15/8/15
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