Debido a mi insufrible tendencia a la extensión en mis ultimas criticas voy a tratar de ser un poco más breve, cosa nada fácil tomando en cuenta que voy a reseñar una cinta estupenda, uno de los trabajos más recientes de Clint Eastwood, la parte complementaria (la segunda, la parte "B") del díptico sobre la segunda guerra mundial, es decir el complemento de "Conquista del honor", pero no visto desde el lado americano sino del japones, lo cual extrañamente parece gustarle más a Eastwood, ya que es una cinta mucho mejor lograda que su hermana, tal vez solo es que Eastwood es lo suficientemente inteligente para comprender que el lado japones expone una humanidad mucho más grande.
Y de que va? Trata sobre la batalla entre los japoneses y americanos durante la segunda guerra mundial, en especifico la batalla por Iwo Jima, la isla que después serviría de cuartel de ataque para los gringos. Eastwood nos muestra el sentir de los japoneses, esos que siempre son puestos como enemigos de EU, los "malos" que no tienen caras ni nombres y que por lo tanto nunca nadie se detiene a pensar en ellos, pero aquí Eastwood nos muestra personajes de carne y hueso, personas que a diferencia de los estadounidenses tienen una cultura milenaria basada en honor, respeto y lealtad al emperador, a su país y a su gente.
De este modo la cinta nos muestra la batalla vista desde diferentes perspectivas, ya sea vista desde la mirada del general Tadamichi Kuribayashi (extraordinario Ken Watanabe) hasta la del soldado raso Saigo (Kazunari Ninomiya, muy bien), y a pesar de ser distintas todas convergen en un punto común, todos saben que van a morir y que lo único que pueden hacer es matar tantos gringos como puedan, es decir luchar hasta la muerte. Y aquí Eastwood nos revela que en la guerra, las naciones (entiendase los gobiernos) no son las protagonistas, ni la norteamericana que crea héroes de plasticos para recaudar fondos, como tampoco la japonesa que busca primero reclamar lo que cree que le debe ser dado y después sacrificando a todos con tal de salvar a su pueblo pero sobretodo al emperador y sus subordinados, en la guerra los protagonistas son las personas, esos que son carne de cañon, los que conviven con la muerte cara a cara y que tienen tantos matices como personas hay en el mundo.
Así hay soldados japoneses que prefieren morir por honor al haber fallado, otro que lo único que quiere es causar el máximo de daño al enemigo al morir como si fuera kamikaze, otro que defiende a su pueblo hasta la muerte pero al mismo tiempo ayuda a un prisionero enemigo como si fuera de los suyos mostrándole a sus subordinados que todos son iguales (sean japoneses, norteamericanos o mexicanos, todos son humanos), alguno más que fue mandado ahí como castigo por haber desobedecido una orden estúpida e inhumana (en un flashback fantástico), un general que combina el honor con el sentido común dispuesto a hacer lo que sea por sus tropas y por su país y por ultimo un simple panadero que tiene como único deseo vivir a como de lugar (arrastrándose, revelándose, orando) para poder ver de nuevo a su esposa y poder conocer a su hijo recién nacido. Una tarea que parece imposible para Saigo, pero el destino le parece sonreír, por lo menos eso parece...
En el aspecto técnico la cinta es impecable, la maestría que alcanza Eastwood en las tomas es excepcional, la fotografía sombría/gris representa perfectamente el animo de los protagonistas, la música de piano es sencilla pero eficaz, las escenas de guerra tienen un montaje impecable y muestran una violencia dura, desgarradora, incluso con mutilaciones justo como es en realidad y en realidad la cinta pasa ese sentimiento de claustrofobia que sintieron los soldados japoneses. Las actuaciones son soberbias, es increíble que los oscares sigan dándole la espalda al talento extranjero y debo añadir que creo que el guion es obra principalmente de Iris Yamachita. En conclusión una (otra) excelente cinta de Clint Eastwood que ha dejado de ser ese policía duro asesino de extranjeros para ser un pacifista empedernido.
Calificación: 9.1 - Excelente