En un momento clave al inicio de esta cinta el escurridizo Ted Bundy (Luke Kirby en estado de gracia) le suelta al creyente y profesional agente del FBI Bill Hagmaier (Elijah Wood, muy bien) la realidad del mundo que ninguno de los afamados agentes imagina - "Tú y tus colegas allá afuera, los investigadores y detectives, son como pescadores en el agua, arrojan el cebo e intentan atrapar peces, los peces pequeños, los inexpertos, los que aun son controlados por su propio ego pelearan por eso, nadarán e intentaran morder el anzuelo, no saben que es un anzuelo porque son estúpidos, son arrogantes. Atraparan a muchos de esos, pero, a veces, su cebo se hundirá un poco más, a un nivel medio, y ahí es donde están los peces medianos, son difíciles de atrapar, solo los atrapan cuando son perezosos, o sus egos les gana. Los atrapan, los sacan, y los montan en la pared, dan una rueda de prensa y escriben su libro. pero en el fondo, en lo más profundo del mar, están los peces grandes, y no saben cuan grandes son, no saben cuanto tiempo han estado ahí, ven todo, observan todo, a veces, se comen a los peces más pequeños, pero no muerden el anzuelo, la única forma de atraparlos, es convirtiéndote en uno de ellos, y tú, no puedes hacer eso, no quieres hacerlo, aun no... quizá algún día, si llego a confiar en ti, te llevare debajo del agua conmigo, para que veas lo profundo que es."
La cinta de Sealey se basa principalmente en la interesante interacción entre estos dos personajes de la vida real, (es decir las entrevistas grabadas y memorias del agente), por un lado el ambiguo Bundy que parece nunca mostrar su verdadero yo, o por lo menos no totalmente, y por el otro el dedicado Hagmaier que pasa años visitándolo para conocerlo y ganar su confianza, es decir, Bill enviado por su jefe Roger (Robert Patrick) quiere entender como funciona la mente de un asesino serial para poder realizar perfiles que los ayuden a detenerlos, y también lograr que confiese sus crímenes, dando algo de paz a los dolidos familiares, por supuesto que este juego no es tan sencillo, y muy pronto nos damos cuenta - desde la primera interacción de hecho - de que el ratón esta jugando con el gato, rápidamente Bundy a sabiendas de que puede tener el control de la situación como con todos los que lo visitan, interroga a Bill, sobre su pasado, sus creencias, su dolor, sus traumas, y quizá justo por ello - por ese pasado solitario con padre alcohólico - Bundy entiende que puede comprenderlo, o por lo menos viajar hasta ese lugar oscuro en el que habita, aunque solo sea como curiosidad.
La cinta esta llena de momentos extraordinarios como el mencionado en el primer párrafo, y es mucho más que un duelo interpretativo teatral al que la reducen la mayoría, esto gracias a una inteligente dirección que aborda el tema con clase, a una cámara que prioriza los primeros planos y no hace aspavientos, y un exquisito montaje, logrando que no solo veamos la interacción de dos personas opuestas, sino lo complejo dela mente humana, y es que el carismático y escalofriante Bundy lo tiene claro, los agentes no tienen la capacidad de atraparlos, y uno frente a la pantalla queda desarmado ¿cuantos no mataran impunemente? Kirby nos muestra un Bundy excepcional, lleno de matices y aristas, el que no quiere que lo crean loco, que se ofende con juicios de estudio ridículos como que una vez pateo un gato, por el que las mujeres se vuelven locas a pesar de que saben que de estar con él las mataría, la psicología del ser humano es complicada, y Bundy lo sabe, tan enigmática como su forma de ser y expresarse, con esos gestos de ojos, la siempre media sonrisa y esas manos tapando el rostro para nunca mostrarse completamente, justo como las contradicciones que salen de su parlanchina boca.
Tanto es así que en algún momento el devoto Bill, que se levanta a rezar todas las llamadas y con un crucifijo en todo momento se encuentra acechando mujeres en su mente, les pone atención, se imagina cosas, Bundy demostró su punto, criticando también a la hipócrita sociedad, todos pueden asesinar, ya sea por poder, por revancha, por placer, por meta, por gusto, al final queda claro que es lo que diferencia a estos hombres que se entienden tan bien, uno lo hace porque quiere, el otro decide no hacerlo, una fuerte declaración de intenciones de la naturaleza humana que contradice el progresismo actual que ve cada mala acción como consecuencia del pasado (un trauma, un rencor) y no como lo que es... una decisión personal, y esto resulta mucho más complejo que la vacía teoría del trauma, Bundy ya nos lo dijo, y es representado en esa terrible confesión donde bajamos a lo profundo con él ¿que más necesitamos para entenderlo?
Calificación: Notable