Sencilla cinta creada con la única misión de entretener hora y media, cosa que a mí parecer logra, más allá de las múltiples quejas de que los aviones no funcionan así, lo cual es cierto y hasta yo me quedaba en algunos momentos con cara de que diablos, ya sea porque el viento no pegaba tan fuerte como debería o porque los motores no funcionan así, pero si uno entra en la conveniencia del guión y acepta con credulidad lo que nos tiran nos toparemos con una entretenida cinta de supervivencia, eso sí, muy jalada de pelos.
Sara (Allison Williams) abandona a su novio Jackson (Alexander Dreymond) así de la nada, años después regresa a la isla donde vive él para asistir a una boda, se lo topa y aunque la situación es tensa una chispa renace entre ellos, y en medio de una relación amor-odio pierden el transporte y se ven obligados a tomar una endeble avioneta para llegar al lugar, para su mala fortuna el piloto muere en pleno vuelo y ahora depende de ellos sobrevivir al viaje.
Tuberías que se sueltan, instrumentos que fallan, gasolina tirándose, tormentas en el camino y un sin número de infortunios que no parecen tener fin condenan a estos dos pobres diablos tóxicos que tendrán que entenderse a fuerzas si quieren sobrevivir la experiencia, como apunte antes, si uno apaga el botón de incredulidad se divierte, esta bien filmada y tiene buen ritmo, nunca deja de suceder algo, y hasta tiene algo de mala leche, además la química entre los protagonistas se nota, quizá porque después de esta cinta terminaron casándose.
Calificación: Regular