El doctor Faraday (Dowhnall Glesson, excelente) es un admirado y querido medico en un pequeño pueblo al que llaman a medianoche para que atienda de urgencia al señor de la casa de Hundreds Hall, al llegar al lugar conoce a Roderick (Will Poulter), un veterano de la segunda guerra mundial que al quedar con heridas no puede hacerse cargo de los terrenos y que se pierde en la bebida y los medicamentos para soportar el dolor (y el fracaso), Faraday conoce a la hermana de esté, la solterona Caroline (Ruth Wilson, soberbia) y la madre de ambos, la señora Ayres (Charlotte Rampling, bien) que esta postrada en cama, el doctor se compromete con la familia y decide visitarlos recurrentemente y ayudarlos en lo que pueda, todo esto parece ser realizado de la forma más honesta y genuina, por más que evidentemente Faraday este cortejando sutilmente a Caroline.
El doctor entra en la vida de la familia Ayres como un ángel, ayudándolos y apoyando en lo que puede a esta familia que esta en bancarrota y no puede ni pagar los impuestos, que habita una casa derruida y que solo retiene el nombre de una familia con clase y un apellido con alcurnia, ya no queda nada de esa majestuosa casa que visito Faraday de pequeño, ni de aquella familia poderosa a quienes veía como entes casi divinos, en medio de esto extraños sucesos comienzan a ocurrir en la gigantesca casona, ruidos en el piso de arriba, pasos en las habitaciones, la campana de servicio suena sin que nadie la toque, las cosas se mueven solas, se miran sombras, y hasta un altercado con un querido perro llega quizá por culpa de este ente, Roderick le teme, la madre esta segura de que es el espíritu de su hija fallecida en extrañas circunstancias, Ruth se intenta mantener ecuánime y Faraday simplemente se resiste a creer algo que va más allá de la lógica que dirige su vida, aunque tiene una teoría interesante al respecto sobre que causa todo.
Abrahamson ha construido una recomendable cinta de fantasmas con mucho drama de por medio y un elemento de suspenso que se agradece, todo esto con esa casa real que es un personaje por si misma, un diseño de producción fastuoso, una fotografía sombría que calza perfecto con la lúgubre historia y un reparto excelente, ademas lo mejor llega al final cuando todos los pedazos y pistas que se han regado durante toda la cinta se arman de bofetón y el final nos sorprende, sin que se sienta tramposo o forzado porque se construyo de manera perfecta, entendemos la naturaleza del fantasma que habita, o más bien alerta, la casa, cierra de forma perfecta esa critica social de clases que imperaba en esos años en Reino Unido y sobre todo nos presenta la psique de ese pobre niño que por momentos aspiro a ser uno de ellos, que fue devuelto a su realidad en un segundo, que se robo un trozo de esa gloria y fue reprendido por atreverse a tocar algo que su derecho de nacimiento no le confiere, a tal grado de convertirse en obsesión, y azote de los bendecidos por parte de ese pequeño extraño del titulo.
Calificación: Bastante Bien