En cierto momento el rudo protagonista Park Tae-goo (Uhm Tae Goo, muy bien) le pregunta a la arisca chica Kim Jae-yeon (Jeon Yeo-been) que si se siente bien, a lo que ésta contesta que porque diablos pregunta eso si resulta obvio, como dijera el divo de Juárez, lo que se ve, no se pregunta, desde aquí el director y guionista Park Hoon-Jung deja claro el estilo de la cinta que nunca se ve traicionado, un noir ultra violento que no escatima en imágenes gore o fuertes, que no entrega concesiones al espectador, y que como el buen cine negro, solo puede terminar de la peor manera para los involucrados, Tae-goo es un mafioso muy respetado, al grado de ser buscado por otras mafias para reclutarlo, pero el tipo es leal, amable con sus subordinados y amoroso con su familia, conformada por su hermana y sobrina, pero cuando estas mueren en un "accidente de trafico" el mundo termina para él.
Toma la determinación de vengarse con la ayuda de su jefe Yang Do-soo (Park Ho-san) y cuando esta hecho escapa a una isla donde volara a Rusia, ahí conoce a la insoportable y depresiva Jae-yeon que tiene una enfermedad terminal y ha intentado quitarse la vida un par de veces, los dos entablan una extraña amistad de respeto y entendimiento por desabor a la vida, mientras el tío de la chica le confiesa al gánster que trabaja vendiendo armas para juntar dinero para una operación que quizá le salvaría la vida a su sobrina ya que él mismo fue mafioso y los padres de ella sufrieron las consecuencias, mientras esto sucede la mafia comienza a moverse de tal manera que el protagonista es entregado por su jefe por decisión de cierto antipático político, y el jefe Ma (Cha Seung-won) va con toda la mafia para cobrar venganza y poner las cosas en orden, por supuesto, esto solo puede desencadenar un infierno de violencia, plomo, acero, puños y mucha sangre.
Cine negro con mafia coreana aunque con una historia más parecida al cine de Yakuzas por su predilección por la venganza mas que por tramas rebuscadas, la cinta es impecable en sus aspectos técnicos, resulta poética y hermosa en su puesta en imágenes, y nos recuerda que hasta los paraísos en la tierra pueden ser visitados por demonios y convertirlos en un infierno, la fotografía tiene el tono exacto para este tipo de historia, que nos muestra como dos personas que ya no tienen amor por la vida pueden comprenderse y redescubrir que esta no es tan mala, sin necesidad de convertirse en un romance, y cada secundario despierta algo en el espectador, odio, rabia, desesperación, con una historia bien contada que nos guarda sorpresas, y como apunte final, los coreanos tienen una basta filmografía sobre la mafia, los retratan como demonios inescrupulosos, traicioneros, cobardes y violentos, y por ello sólo pueden aspirar a un final terrible, muy diferente al romanticismo gringo o de plano la idolatría latinoamericana
Para los coreanos el mafioso es un parasito, , un lastre, un villano, que lo único bueno que puede hacer es morir por mas bien vestido que este, justo por ello siempre el único personaje con algo de moral pagará muy cara su osadía, en su mundo la moral y los valores son un defecto, por lo menos ellos nos entregan estos finales que sirven como catarsis, sabemos que estamos presenciando ficción, pero aun así resultan complacientes, que bueno que sea así, y más si se graban con el brío y la enjundia de Park Hoon-jung.
Calificación: Muy Bien