Bueno, para rollo introductorio ya estuvo suave. Al grano. Como un tímido primer paso para ahorrar palabras y depurar la redacción sin lastimar ni a feministas ni a masculinistas radicales, propongo el siguiente truco gramatical.
¿Por qué no combinar géneros en cada frase conflictiva, tratando de ser lo más equitativos posible? Eso evitaría el barroco y cansado recurso políticamente correcto de alambicar la redacción. Por ejemplo, en vez de “querido y querida lectores y lectoras”, o “querido(a) lector(a)” o algún ingrato artificio parecido, simplemente pones como en el título de este artículo: “Querida lector” o “Querido lectora” y se acabó el problema.
Por supuesto mis amigos académicos se llamarán a ofensa: ¡¡¡Cómo me atrevo a violentar las reglas de la concordancia!!!
A pesar de esos gritos desgarrados, por lo pronto yo adoptaré este truco en mis escritos. Y si mi amiga Paty Kelly, Fiscal Especial para Los Delitos Contra la Igualdad de Géneros, no considera misógino este mecanismo de economía sintáctica, se lo propondré formalmente a la Real Academia.
¿Por qué no combinar géneros en cada frase conflictiva, tratando de ser lo más equitativos posible? Eso evitaría el barroco y cansado recurso políticamente correcto de alambicar la redacción. Por ejemplo, en vez de “querido y querida lectores y lectoras”, o “querido(a) lector(a)” o algún ingrato artificio parecido, simplemente pones como en el título de este artículo: “Querida lector” o “Querido lectora” y se acabó el problema.
Por supuesto mis amigos académicos se llamarán a ofensa: ¡¡¡Cómo me atrevo a violentar las reglas de la concordancia!!!
A pesar de esos gritos desgarrados, por lo pronto yo adoptaré este truco en mis escritos. Y si mi amiga Paty Kelly, Fiscal Especial para Los Delitos Contra la Igualdad de Géneros, no considera misógino este mecanismo de economía sintáctica, se lo propondré formalmente a la Real Academia.
Fuente: Guillermo Farber