Al inicio de la cinta el atormentado y melancólico Will (adecuado Logan Marshall-Green) atropella a un coyote y termina sacrificándolo para que ya no sufra, una manera inteligente y tenebrosa de mostrarnos lo que se viene a continuación, y es que cuando Will y su novia lleguen a la fiesta en un vecindario elitista, con su ex esposa de la cual se separo cuando no pudieron soportar la perdida de un hijo y el nuevo esposo de esta que también comparte un pasado doloroso uno puede entender porque el tipo se siente asi, pero ademas su ex mujer desapareció por mucho tiempo y de pronto un día recibe una invitación de la nada, todo le parece muy extraño, pero debe cumplir y ademas ver a muchos amigos con los que ha perdido el contacto, parece una oportunidad para el dolorido Will pero pronto nos damos cuenta que se siente incomodo, desesperado, quiere salir corriendo de ahi, todo le parece raro y quiere escapar pero no debería, y todos esos sentimientos comenzamos a sentirlos como publico.
La atmósfera asfixiante, la incomodidad de amigos que tienen mucho sin verse, que han tenido disgustos, de personas reaparecidas completamente diferentes a como eran, y es que lo más molesta a Will es que su ex mujer ahora pertenece a una secta de esas new age donde todo es positivo, se debe ser feliz y todo vale, incluso pasando por encima de las pautas morales con tal de satisfacerse a uno mismo, le molesta en demasía que ella no sienta dolor por el hijo perdido, o que ni siquiera la recuerde, ademas hay algunos colados, el imponente Pruitt (John Carroll Lynch) que cuenta una historia rara y la libertina Sadie (Lindsay Burdge) que resulta tan desconcertante como encantadora, mientras los demas conviven Will revisa la casa, visita una habitación, descubre que su mujer toma drogas, y hasta recibe una propuesta indecorosa.
Mientras la cambiante Eden (Tammy Blanchard) intenta convencer a todos de que las cosas son como dice su secta y su impávido marido David (Michiel Huisman, bien) siempre tiene a misma media sonrisa, sea para cerrar la puerta con llave, para hacer un comentario gracioso, para platicar su vida en México, para detener a alguien que intenta abandonar la reunión y hasta para enfrentarse a Will. Durante una opresiva hora nos hacemos las mismas preguntas de Will, nos sentimos como el, pero ¿es que acaso el traumado hombre ve fantasmas que no existen? de pronto hay indicios, pistas, y luego se revelan como falsos, todo esto va creciendo el ambiente paranoico para entregarnos una resolución a la altura, con una parte final que quizá se siente un poco larga pero que cumple con creces y con una imagen final que da escalofríos porque no se siente nada lejos lo que vemos, en esta epoca de religiones modas, falsos profetas, de sentirse bien y de corrección política, sin duda la mejor cinta de la directora Karyn Kusama.
Calificación: Bien
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