Su origen etimológico debería habérmelo aclarado: deriva del latín indŏlens, -entis, insensible, que no le duele. Pero eso habría bastado si yo tuviera un mínimo de neuronas operantes, lo cual cada día es más dudoso. En fin, nuestra Madre Academia le da a este adjetivo tres acepciones. 1. Que no se afecta o conmueve. 2. Flojo, perezoso. 3. Insensible, que no siente el dolor.
8/11/15
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