Tres personas están sentadas en la barra de un bar, un par viéndose de frente mientras conversan efusivamente, otro hombre sin participación pero más cerca de la mujer, eso es suficiente para que se conviertan en la comidilla de una pareja que juega a adivinar que son entre ellos, quienes son pareja, si son amigos, quien esta con quien, si son compañeros o familiares, esto mientras la toma se va cerrando hasta tomar el rostro de la mujer que los(nos) mira de forma cómplice, acto seguido regresamos 24 años atrás para conocer a Nae Young (Seung Ah Moon) y Hae Sung (Seung Min Yim), la niña está llorando porque su mejor amigo, y obvio pretendiente, le gano por primera vez en las calificaciones, la competitividad de ella es evidente, a diferencia de la del pequeño, y tendrá parte muy importante en la historia, pasan los días divirtiéndose y de plano hasta le cuentan a los demás que se gustan, con todo y fantasías sobre casarse, para después tener que separarse debido a que la familia de Nae Young decidió mudarse a Canadá, lo que ella no le avisa al chico y este toma como una afrenta.
12 años después se reencuentran como no queriendo la cosa, porque Nae Young ahora llamada Nora Moon (una formidable Greta Lee) está jugando con su mama sobre personas que conocía en Corea del Sur en su infancia, se acuerda de aquel quedante que no se hizo y cuando lo busca descubre que el chico la ha estado buscando, tanto que hasta pregunta por ella con otras personas, lo contacta y la llama comienza a surgir nuevamente, es obvio que nunca se apagó, los dos se llevan de maravilla, Nora se siente como en casa y ella misma, ya que como confiesa en Corea podía llorar diario mientras su mejor amigo solo la miraba y ahí en New York dejo de llorar, porque ahí a nadie le importa que llore, tienen videollamada en cada posibilidad, dejan de dormir, y se dicen a cada rato que se extrañan por no decir que se quieren, pero cuando Nora nota que las metas de ellos son distintas y que inevitablemente pasara mínimamente un año sin verse decide cortar por lo sano, lo que sea que eso signifique.
Avanzamos 12 años más, con una Nora ya establecida como escritora y felizmente casada con el buenazo de Arthur (John Magaro, bastante bien) quien también es escritor, va a recibir la visita de su amigo de la infancia, el insistente Hae Sung (Teo Yoo, muy bien), este es recibido por una terrible tormenta pero luego pasa un rato muy agradable con Nora, hablan en coreano, se ponen al día, platican del destino, de sus vidas amorosas, profesionales, él siente que es un ingeniero promedio, ella ya no sueña con ganar un nobel, ni siquiera un Pulitzer, pero no descarta un tony, mucha parte del tiempo solo se miran, se ven, de reojo, sin ser evidentes, otras veces se sostienen la mirada fijamente, sus cuerpos evitan estar tan cerca, pero extrañan la cercanía, esas manos casi tocándose en el metro, esa selfi donde se tienen que alejar y lo resienten.
Todo esto mientras el paciente Arthur soporta todo estoicamente, se queja a su manera, esta incomodo y le hace saber sus inseguridades a su mujer, "hablas coreano dormida", "es un mundo al que no tengo acceso", pero lo toma con mucha tolerancia, no será el causante de que no pueda ver a su mejor amigo de la infancia, incluso salen juntos los tres, y este soporta que ellos hablen coreano en todo momento, a pesar de sentirse ajeno, Arthur sabe a que vino Hae Sung pero no le quitara la libertad a su esposa, Hae Sung tiene claro porque viajo con un océano de por medio a otro continente pero es tan evasivo como distraído dejando que ella tome la decisión, sin orillarla ni presionarla, por lo que la única incógnita es Nora, ¿quiere seguir con su marido? es obvio que es feliz, pero también está claro que le pesa eso que pudo ser con ese alguien con quien tiene una relación que rebasa lo normal, casi como si el destino, ese mantra budista de las 8000 capas se abalanzara sobre ellos, la providencia.
Song construye una cinta preciosa que vive en los gestos, los silencios y los inteligentes diálogos escritos por la misma directora, con una fotografía hermosa que prioriza los tonos cálidos con cámara de 35mm, y usando los juegos de reflejos y espejos en espacios cerrados que nos recuerdan las múltiples facetas y decisiones de los personajes, una bonita y dolorosa historia de amor por partida doble, mostrada de forma sensible y madura, sin aspavientos, aquí no hay reclamos, gritos ni drama, solo resiliencia, dolor, un amor paciente, y un esposo increíblemente comprensivo con una mujer quebrada, y un pretendiente respetuoso, esa escena final con el travelling siguiendo a cierto personaje que termina derrumbándose, porque tiene alguien que está ahí para poner el hombro, alguien que la consuele, la contención se desbarata y nosotros con ella.
Calificación: Notable