En un momento clave de la opera prima de Singer el pensativo y observador detective Tom Nichols (Benicio del Toro en estado de gracia) se topa con el contratista que acaba de trabajar en su casa en medio de un baile con temática country, para entonces ya hemos visto como Tom ha mirado de forma casi estoica como el tipo coquetea con su mujer (Alicia Silverstone, todavía guapísima y destilando sensualidad) y como esta parece responder de cierta manera, así que cuando pensamos que el tranquilo tipo que esta casado con su profesión simplemente dejara ser a su mujer Judy para evitar problemas por fin muestra su verdadero rostro, uno que esta muy lejos de la "tranquilidad y tolerancia" que aqueja a las nuevas generaciones, en lugar de eso queda claro que es un tipo de armas tomar, que odia la inmoralidad y que esta dispuesto a todo con tal de ejercer justicia, aunque sea para él mismo, es decir, lo amenaza de manera muy sutil, prueba si funciono y se deshace del parasito recuperando de forma total a la mujer que ama y que es la única que lo ayuda en su desesperante día a día donde se enfrenta con lo más sórdido del mundo.
Esto tiene mucha importancia porque termina de construir al personaje principal que primero es presentado como un detective tranquilo que intenta hacer su trabajo, después como un obseso del mismo, y finalmente un tipo con una ética tan alta que tuvo problemas en su trabajo anterior, casi como si hubiera salido de algún thriller noventero o fuera esos admirables protagonistas de los noir de mediados del siglo pasado, casi se siente como fuera de época, como si la realidad terrible que vivimos no lo hubiera alcanzado, conforme avance la trama queda claro que así es y el pobre diablo tendrá que pagar con creces su osadía moral. Will Grady ( Justin Timberlake en esos papeles que le quedan bien porque hace prácticamente de él mismo, es decir un junior patancillo) tiene problemas con su pareja Summer (una desaprovechada y demasiado delgada Matilda Anna Ingrid Lutz) y casi de inmediato la encuentra asesinada sádicamente en la casa que habitaban mientras esperaban venderla, el caso recae en Tom, un detective hosco y de moral intachable de esos que ya no existen, o que quizá no existieron más que en ficción, se embarca en una investigación que lo lleva por pistas falsas, muchos sospechosos y un entramado que no deja descanso.
La cinta no es policial, ni siquiera es un thriller, estamos ante una cinta de cine negro a la antigua, con un tipo que es buena persona en un misterio que conforme va desenmarañando descubre que involucra a una sociedad horrible y corrupta que quita toda esperanza y reivindica la misantropía de esas historias antiguas, así que conforme avanza la investigación y aparecen más personajes Tom se va dando cuenta de que no puede confiar en nadie, que como mínimo no les interesa, y solo tiene de su ladi a su atractiva esposa con quien debate teorías y pistas. En medio de todo este asunto se nos mantiene siempre interesados y la investigación avanza a buen ritmo, con muchas pistas falsas que le dan un aire realista a la situación ya que en una investigación real tan complicada las cosas deben ser así de frustrantes o más, muchos sospechosos como el prometido adinerado Will, el ex novio delincuente (Karl Glusman) y el perturbado Eli (Michael Pitt, bien) que odia con todas las fuerzas a la familia de vendedores de bienes raíces.
Vueltas de tuercas y sorpresas al por mayor, un ambiente malsano donde siempre se mantiene la tensión en una sensación de amenaza constante, una banda sonora poderosa, y un protagonista muy bien desarrollado, Tom no es capaz de vender su alma, su moral y ética son intachables, pero tampoco duda en matar a un delincuente por las espalda o amenazar al que atenta contra su felicidad siempre consciente de que aunque no sea lo correcto, es lo justo, solo por ese personaje tan bien construido, por ese aire a antaño, por el ataque al sistema social, policial y la elite, un reparto extraordinario, y esa fotografía merece verse esta cinta, cuyo único defecto es ese exceso de close up que al final termine perdonando por esas miradas majestuosas de Del Toro, una agradable sorpresa que nos recuerda donde vivimos, y que consecuencias tienen que pagarse si se quiere estar del lado correcto, ademas al final prácticamente todo embona, es cierto que muchas cosas no se dicen de forma directa, pero las pistas están ahí, y cierta ambigüedad en tiempos donde todo es masticado se agradece.
Calificación: Bastante Bien