¿Puede pasarse una obra teatral a la pantalla grande sin que parezca solo alguien filmando la función? La respuesta es que por supuesto que si, como lo hace aquí Sher dotando de apariencia cinematográfica el guion de J. T. Rogers adaptado por él, desde planos secuencias que siguen a los personajes, tomas que demuestran lo chicos que son ante la situación que enfrentan empequeñeciéndolos y dando paso a un templo para demostrar el poder de la religión y la fe en la conducta humana, ese montaje inicial donde se mueve y acomoda todo porque debe estar perfecto para el momento del debate que se transformara en discusión, o al revés, y hasta esas digresiones con los sirvientes quebrándose la cabeza para ponerse de acuerdo en que servirán, ademas de esos acercamientos a los rostros en momentos justos que son imposibles de notar en un teatro, todo esto en conjunto con el diseño de producción siempre lleno de lugares amplios y grandes llenos de luz, cual si fueran templos, algo muy valioso tomando en cuenta la historia.
Si a esto le sumamos un muy buen montaje y un ritmo perfecto queda claro que la dirección ha dado en el blanco y nos entrega una adaptación que brilla por si sola y que evita los problemas de muchas otras, el guion es un inteligente ensayo sobre lo que podría haber sucedido en esas platicas ocultas que mantuvieron algunos expertos de Israel y Palestina sobre un conflicto que estaba en sus peores momentos, hasta la actualidad claro esta, y que culmino en un el tratado de paz de Oslo a diferencia de los lideres políticos que ni siquiera podían dirigirse la palabra, todo esto pensando y ejecutado por una pareja de noruegos que después de ser testigos de como un israelí y un palestino decidieron no atacarse vieron la posibilidad de hacer algo por el conflicto, o la impetuosa obligación como lo siente la obsesionada Mona Juul (Ruth Wilson, excelente) siempre apoyada por su hábil esposo Terje Rod-Larsen (Andrew Scott, bastante bien).
Entre diálogos, reuniones, debates, discusiones, improperios, acusaciones, y solicitudes los hombres van dándose cuenta de que en realidad sus diferencias no tienen porque alejarlos, que aunque no existe una salida para el conflicto por lo menos puede evitarse tanto derramamiento de sangre, y que pueden respetarse unos a otros aunque su obligación sea odiarse, además de tener algunas sorpresas que cambian totalmente el hilo de los acontecimientos, de tal forma que las dos horas que dura la cinta se pasan volando, y aunque al final ese monologo de Mona se sienta fuera de lugar la película ya nos tiene ganados, así que solo disfrutamos ese momento de brillo de una extraordinaria Wilson sobre un tema que aunque deja la sensación de avance sabemos que no cambio gran cosa, como la misma cinta acepta en su doloroso epilogo.
Calificación: Bastante Bien